Hay en Valencia -bueno, «ha habido»- establecimientos que marcaron época y que los viandantes seguimos recordando como «santo y seña» del lugar que queremos señalar. Y, así, cuando vamos a citar un lugar, recordamos aquella tienda que desapareció, pero que marcó época y lugar. Cuando descendemos de un autobús en la esquina de la calle del periodista Azzati, decimos que bajamos «en Noel». Y, si seguimos más adelante, un autobús que tiene la parada en la plaza del Ayuntamiento vamos a descender en «Bello» o, enfrente, «delante de Barrachina». Un poco más adelante encontramos la esquina de las calles de San Vicente y María Cristina; eso, para los veteranos, es «la finca del Porquero» o «la finca de los sótanos». Si tratamos de pasar de la plaza de la Reina a la del Mocadoret, iremos -¿se acuerdan?- por el «Pasaje Giner», recordando la célebre casa de juguetes que allí existió.

En la avenida del Marqués de Sotelo pasamos por un lugar donde hemos conocido el «Cine Rex», que ya no existe; pero nuestros abuelos decían que allí estaba «el Gran Teatro». Si nos acercamos al final del «Puente de Madera» - «Pont de Fusta», vemos la antigua «estacioneta» que se encuentra junto al «Vallejo», campo del Levante UD que hace casi medio siglo se trasladó a Orriols; pero seguimos diciendo el nombre del estadio y canódromo. Y otra «estacioneta» está en la circunvalación de Pérez Galdós, que para nosotros sigue siendo aquélla por la que viajábamos a Torrente.

Volvemos al centro de la Ciudad, y junto al Ayuntamiento vemos un «pasaje», que siempre denominaremos «Mocambo», porque allí estaba la sala-cabaret que regentaba Mercedes Viana.

También en el centro señalamos como establecimientos inolvidables la Telefónica, junto a la que existían tres cafeterías históricas: Balanzá, Lauria y Hungaria, hoy desaparecidas. Y, poco más allá -¿se acuerdan?- los teatros Ruzafa, Eslava y Serrano; y, saliendo ya a la calle de Játiva -entonces aún no se escribía con equis- nos encontrábamos con el «kiosco de Cobijano», que mantenía el cartel de su carrera taurina. Ya casi nadie habla de la «Plaza del Picadero», en la calle de Colón, donde aún recordamos en un lateral un veterano cuartel Detrás, en la esquina de Colón, frente a la Audiencia y a la calle del Conde de Salvatierra, aún evocamos cuando, después de la guerra civil, existía la generosa «Gota de leche».

¡Ah! Y que sepan que en la calle del Pintor Sorolla, donde hoy se levanta el enorme edificio que fue de la Caja de Ahorros, allí estuvieron las redacciones y talleres de los diarios «Levante» y «Jornada», donde aún trabajamos en tiempos los veteranos de hoy. En fin: recuerdos de viejos.