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El trono y el altar

Lo siento, pero ver, un año más, a los legionarios portando brazo en alto al Crucificado, me produce alergia. En este país nunca acabamos de salir de la alianza del Trono y del Altar. Cuando ya tenemos una patita fuera, llegan la Contrarreforma, las carlistadas, se reedita la Inquisición (el pensamiento único, la corrección política), Franco, nos atormentan las arpías del feminismo a lo Freddy Krueger aliadas con los puritanos de siempre, aparecen otros jesuitas como soldados del papa, y vuelta a empezar.

Se alegará que el PP compacta sus filas en torno a la portentosa y retorcida historia del catolicismo (y Ciudadanos no renuncia a pescar en estos caladeros, ni el PSOE) para obtener profundidad estratégica (para eso sirve, también, el colegio privado y el concertado), pero también el PNV y el PDeCat tienen manos consagradas para que el Espíritu Santo saque la boleta. De ahí la facilidad con la que trafican con absolutos patrióticos. De todas las revoluciones, la más necesaria, me parece, es la cívica: no mezclar trabucos y párrocos, ni sacar al Santo Cristo con las cananas terciadas, ni sacralizar el pecho velludo de los legionarios.

Cada cosa en su lugar. No, no tengo ninguna manía a los curas, una buena parte de ellos tratan de no dejar el mundo peor de lo que se lo encontraron, pero me parece grave, como ha señalado el Defensor del Pueblo, que en la Semana Santa se pusieran las banderas de los cuarteles a media asta por orden de la ministra del ramo, Dolorcitas de Cospedal, de peineta y mantilla. El Cristo de Lepanto hace tiempo que no dispara su arcabuz, no es su papel. Si ve un fogonazo, es el cura. Decía Josep Pla que la Iglesia es oportunista y que por eso el oportunismo es sagrado en el Mediterráneo. Y que esa Iglesia se adaptaría al comunismo. Y al postcomunismo, vean si no al patriarca Alejo y a Putin celebrando las nupcias de los iconos y los misiles. Luego está sant Vicent Ferrer, que determinó nuestra política: parece que era un hombre dominado por la pasión de la obediencia. Y se nota. El sólo valía por una cadena de telepredicadores.

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