Hace unos días leía en un periódico de ámbito nacional una información que me estremeció sobremanera por la crudeza de la misma y que quiero traer a colación en este artículo. La noticia en cuestión se refería a que muchos ancianos son abandonados por sus familiares en los hospitales. Les acompañan hasta allí ,bajo cualquier excusa médica propia de la edad y una vez han sido dados de alta por el servicio médico que les ha atendido, no regresan a por ellos. El periodista que firma la noticia relata el caso de un anciano de 87 años, internado desde mayo de 2017, que se puede valer por sí mismo, y que tan solo necesita una persona que le recuerde que debe tomarse la medicación a su hora y que le ayude a preparar la comida. Por lo visto mucho trabajo para algunas personas, que prefieren abandonarlos a su suerte, como si de una mercancía obsoleta se tratara. La enfermera que lo atiende, que prefiere mantenerse en al anonimato, dice que todos los días el hombre pregunta por qué no lo sacan de allí, que es un lugar feo, donde se muere la gente y que no entiende lo que está pasando, después de haber trabajado toda su vida y de haber tenido una familia.

Estos abandonos de nuestros mayores son cada vez más frecuentes y aumentan en verano, coincidiendo con la época estival. Las vacaciones se convierten en una auténtica trampa mortal para muchos ancianos.

En no pocos casos, los familiares que los han abandonado se han preocupado previamente de haber obtenido la declaración de incapacidad del anciano y se quedan disfrutando de la pensión y de todas sus propiedades, siendo la sanidad pública quien tiene que hacerse cargo del mayor, con un coste económico en torno a los 3.000 euros mensuales.

A este caso de maltrato y abandono de nuestros mayores se une un vacío legal existente, donde esta figura penal , como es el delito de abandono, no está regulada ni tipificada en nuestro ordenamiento jurídico, porque la persona en cuestión se encuentra atendida en un centro hospitalario. En este caso, la ley no considera que haya abandono propiamente dicho, con lo cual, a priori, no hay delito. No soy jurista, pero es obvio que se trata de un caso de abandono flagrante, con dos agravantes como son: la premeditación y la alevosía.

Los familiares aprovechan esta argucia legal para salir indemnes ante cualquier denuncia que la fiscalía pueda presentar contra ellos por abandono.

Me viene a la memoria una preciosa canción de Joan Manuel Serrat, titulada "A quien corresponda", donde en uno de sus estribillos dice que "a los viejos se les aparca después de habernos servido bien".

Deberíamos ser todos mucho más agradecidos y respetuosos con nuestro mayores porque no solo nos han servido bien a lo largo de toda su vida sino que, además, han dado la vida por nosotros. No deberíamos olvidarlo nunca. Tenemos una deuda enorme con ellos. Darles atención y cariño es lo mínimo que podemos hacer. Lo mismo que nos gustaría que hicieran con nosotros el día de mañana cuando nos encontremos en la misma situación y ya no podamos valernos por nosotros mismos.