Con armas químicas o sin ellas, el régimen de Bashar al Asad, con el apoyo de Rusia e Irán, lleva desde que comenzó la guerra en Siria e Irak hace más de siete años , masacrando a la población civil ante el silencio cómplice de la comunidad internacional y del resto del mundo que prefieren mirar hacia otro lado en lo que es, sin duda, el mayor genocidio desde la Segunda Guerra Mundial con el exterminio de los judíos.

EEUU y su aliados amenazan ahora con una intervención militar a gran escala en Siria, tras el empleo de armas químicas contra la población civil en la región de Guta, el último reducto rebelde. Bashar ya controla el 95% del país. Las imágenes que nos llegan desde Siria por los efectos de las armas químicas empleadas contra la población civil, la mayoría mujeres y niños, que buscan refugio en los túneles para escapar de las bombas son de una crudeza extrema. Los cuerpos inertes se amontonan bajo las ruinas, de una ciudad que fue cuna de la civilización.

La ONU, que se presupone es una organización internacional para garantizar la paz , la seguridad y los derechos humanos en el mundo, no ha tomado ni una sola resolución contra el régimen de Damasco.

Bashar al Asad al igual que han sido juzgados y detenidos otros tiranos debería ser capturado para responder ante un Tribunal por los graves delitos de genocidio, que ha cometido contra su pueblo. La cifra de muertos sobrepasa el medio millón, con más de 5 millones de personas que han tenido que huir del país por temor a la guerra.