El jueves de la semana pasada, Ana se arremangó la camiseta y le enseñó a Mariano Rajoy la faja que llevaba. Sin duda su intención era seducirlo, pero para su causa, la causa de las kellys. A cualquiera que le pregunten cuáles son sus aficiones, la gran mayoría contestará que viajar, y es evidente que los hoteles en los que nos hospedemos son un capítulo muy importante para que el viaje sea un éxito. Una habitación en orden y limpia es un valor seguro para el sector turístico.

Las mujeres que limpian los hoteles son netamente un colectivo femenino. Esas mujeres con jornadas intensivas casi de locos en temporada alta, que arrastran carros con sábanas productos de limpieza y repuestos de aseo, aguardan en los pasillos de los hoteles a que los clientes salgan de las habitaciones, para en el tiempo récord que les marquen, dejar de nuevo las habitaciones impolutas, con esos embozos de las camas tensados que tanto nos gustan, las toallas pulcramente dobladas y los útiles de aseo milimétricamente expuestos en el baño. Hartas de ser invisibles y de la falta de reconocimiento, decidieron un día reivindicarse en las redes. Todo empezó con un grupo de Facebook, que fue expandiéndose hasta adoptar el nombre de batalla de «Las Kellys» como acrónimo de «las que limpian», cambiando nuestra hispana q por la más internacional k, porque también en la guerra el marketing es importante. Después le siguió su blog público Las que limpian los hoteles.

El pasado 6 de marzo en la sesión de control en el Senado, María José López, senadora de Nueva Canaria -hija sobrina y prima de una kelly- describió las pésimas condiciones en que trabajan mas de 200.000 camareras de piso denunciando que: «Empiezan muy temprano limpiando las zonas comunes, después pasan a las habitaciones. Cada camarera hace de media entre 20 y 25 habitaciones,arrastran carros muy pesados de hasta 100 kilos, esto las que tienen suerte, otras tienen que cargar en una mano con un cubo con los materiales de limpieza y en la otra mano papel higiénico y ropa limpia para llevar a las habitaciones que tienen que limpiar en menos de 12 minutos. Y todo por unos 800 euros al mes en jornada completa, es decir, por poco más de dos euros por habitación». Y denunciaba «los problemas de salud: artrosis, lumbalgias y cervicalgias crónicas, ansiedad, depresión, hernias» provocados por años de movimientos repetitivos y sobrecarga física. Esta intervención logró que el presidente del Gobierno se comprometiera a recibir a un grupo de estas mujeres en La Moncloa, lo que tuvo lugar el pasado día cinco. Entre otros, denuncian el hecho de que, desde el inicio de la crisis, muchos hoteles han subcontratado el servicio de limpieza externalizándolo, lo que ha provocado un empeoramiento de las condiciones de trabajo, menor remuneración por habitación y en el mismo tiempo arreglar más, cotizándose menos horas de las que realmente se trabajan.

Rajoy se ha comprometido a mejorar las condiciones laborales de este colectivo y su intención de remitir sus peticiones a la mesa de negociación abierta con sindicatos y patronal, para que se estudie la posibilidad de modificar el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores que regula la subcontratación de servicios y prohibir la externalización en empresas de trabajo temporal de este servicio, posibilidad de rebajar la edad de jubilación y la de incluir enfermedades músculo-esqueléticas y respiratorias en la lista de enfermedades profesionales de la Seguridad Social.

La presidenta de este colectivo ha manifestado su desconfianza con estos participantes porque en esa mesa «están los mismos que les han traído hasta aquí» y los grandes sindicatos «no han sabido atajar la situación». No obstante, con el compromiso obtenido del presidente dispuesto a mejorar sus condiciones laborales, confían en un consenso que recoja sus peticiones.

Reconozco que hasta que no ha llegado a la prensa, no había pensado en que esas mujeres con las que me cruzo en el pasillo y que procuran sonreírte, están realizando un trabajo muy duro, porque en el fondo, esta falta de relevancia que le damos tiene que ver con el hecho de que las labores de limpieza se equiparan a las domésticas, a las del ama de casa. ¿Quién aprecia el que la nevera de casa esté provista, la ropa planchada en su sitio, o todo en orden y limpio? Solo el día que no lo está.

La semana pasada los medios informativos se han hecho eco de muchos «gestos de mujer» y entre entorpecer y mostrar tercamente la real espalda a los medios de comunicación, o la comparecencia y exhibición de certificados académicos cogidos con cierta aprensión con dos dedos, me quedo con Ana y su faja ortopédica de trabajo mostrada en la Moncloa. Y todo sea porque la vida de kelly deje de ser limpiar hoteles a 2,15 euros por habitación.