Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfons García03

La política ama la universidad

Ptender el caso Cifuentes (o tal vez habría que decir el caso Universidad Rey Juan Carlos) y los tentáculos que se extienden hasta la Universidad Miguel Hernández de Elx conviene echar la vista un poco atrás.

1995. Es el año del cambio político en la Comunitat Valenciana y en la de Madrid, anticipo de la salida del PSOE de la Moncloa, que se produciría un año después. El PP, que ya se había hecho años antes con las capitales de València y Madrid, no caía en un terreno desconocido. Sabía dónde tenía sus agujeros de influencia en la sociedad, los espacios que le eran refractarios y donde encontraba una oposición más activa a sus planteamientos. En su relación con el mundo de la cultura aún queda algo de ese poso. La educación era otro de esos ámbitos huérfanos de su influencia. Y, en especial, la universidad.

Los más jóvenes no tienen por qué recordarlo, pero entre 1996 y 2002, la institución más combativa (dada además su relevancia social) contra el Consell del PP fue la Universitat de València. Incluso el rector de aquellos años, el catedrático de Historia Contemporánea Pedro Ruiz, fue acusado de intentar suplantar al presidente de la Generalitat. ¿Todo por un solo artículo de los estatutos de la histórica entidad académica? El tiempo enseña a pensar que solo pudo ser un pretexto. El trasfondo era la percepción en el PP valenciano, entonces comandado por Eduardo Zaplana, de que la universidad (y la de València era la primera) estaba dominada por los socialistas y la izquierda nacionalista. Fue un tiempo de desplantes y palabras gruesas que se ha ido atenuando, a medida que el PP afianzaba una aplastante y difícilmente contestable mayoría social y los equipos rectorales se renovaban.

En ese ambiente de confrontación y desconfianza nacen casi a la par en 1996, con solo unos meses de diferencia, la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y la Miguel Hernández de Elx. Esta última, mediante la segregación de algunos títulos de la Politècnica de València y la Universidad de Alicante. En especial, el de Medicina, que desató una guerra durísima entre el Consell y la institución alicantina. Para hacerse una idea: el rector, Andrés Pedreño, llegó a impedir que Zaplana presidiera el acto de apertura del curso en 1996. El flamante president se fue airado del paraninfo con su extenso séquito.

Pedreño es hoy consejero delegado de Distrito Digital, la iniciativa para reflotar la Ciudad de la Luz que impulsa el Consell de Ximo Puig. La Miguel Hernández, que tuvo como primer rector al hermano de un senador popular, es hoy víctima de titulares por la relación con algunos de los implicados en el caso del máster de Cifuentes. Entre ellos, el profesor que supuestamente ordenó «reconstruir» el acta de calificaciones. Actores principales del escándalo tuvieron además un papel en la tesis doctoral de Francisco Camps, leída en la institución de Elx, que se intentó que fuera secreta y que fue absuelta de plagio.

A pesar de la polémica inicial, la Miguel Hernández se ha hecho respetar en el espacio académico público. Bastante más que la Rey Juan Carlos. Cuestión quizá de escala: Elx está lejos de la gran corte y los núcleos de poder. La historia, no obstante, es una conexión que no se olvida.

El PP y la nueva derecha de Ciudadanos hablan y hablan de adoctrinamiento en las aulas. Por Cataluña, claro. Pero hay otros tipos más ocultos de adoctrinamiento.

Noam Chomsky, el viejo filósofo (90 años) que lo ha visto casi todo, cuenta en su último libro (Réquiem por el sueño americano, Sexto Piso), una pequeña delicia de pensamiento contracorriente, que aumentar el precio de las matrículas universitarias, priorizar los conocimientos mecánicos sobre los creativos, fomentar la competición entre centros por notas y el auge de las escuelas concertadas («una forma muy mal disimulada de destruir la educación pública», dice) deberían considerarse otras formas de adoctrinamiento y control. Aplíquenlo a la historia reciente de las universidades valencianas y españolas y quizá encontremos algunas explicaciones de a dónde hemos llegado.

Compartir el artículo

stats