Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Maite Mercado

Despedidas

Tres meses ha durado «Desaparecidos» en La 1. Esta semana decía adiós con menos de un millón de espectadores y al no alcanzar la audiencia media de la cadena, la Corporación da carpetazo a las búsquedas. Segundas partes nunca fueron buenas, debe pensar Paco Lobatón, aunque esta nueva versión de «Quién Sabe Dónde» adaptada a los tiempos de los dispositivos móviles cumplía perfectamente con su cometido de investigación y servicio público, de forma rigurosa y cuidada con las emociones en un tema tan doloroso como la pérdida de un ser querido, en muchos casos, sin explicación. El programa ha tratado 90 casos, recibido más de 400 pistas y, sobre todo, ha conseguido localizar a varias personas, como reconocía el padre de Jonatan Casimiro, al que encontraron gracias a la colaboración de los ciudadanos que le vieron en pantalla.

Lobatón contaba en las redes sociales que #Desaparecidos12 sería la última emisión y que había pedido personalmente a la dirección de TVE otra temporada: «Las familias de los desaparecidos y muchas personas lo están reclamando». Seguramente tantas como han pedido que no renovaran el bochornoso «Hora Punta» de Javier Cárdenas. Pero algunas decisiones son inescrutables.

Otro que se va y al que no echaremos de menos es «Cámbiame». Esos cambios superficiales, de boquilla, que duraban lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks, como cantaba Sabina, ya ni tan siquiera entretienen. Su pasarela era un escaparate que prometía lo que no podía cumplir: que la nueva imagen era un revulsivo interior, anunciando un verdadero giro copernicano. Error. Llegado el momento de la verdad, no era capaz de llevar a la persona a otra forma de vida. Era solo una performance. Como tantas veces. Un mero artificio para hacer creer que la varita del hada madrina todavía hace milagros. No, Cenicienta (o Ceniciento), si quieres algo distinto en tu vida, debes estar dispuesta a mudar de piel, aunque la muda te deje en carne viva durante un tiempo. De lo contrario, como ocurría con las polémicas por las propuestas artificiosas del show de Carlota Corredera, la presunta transformación no es más que un disfraz que desaparece cuando se apagan los focos del plató. El cambio real es un compromiso que afecta a la persona entera, no una pose fugaz de selfie que mostrar u ocultar, según el contexto, y no perder, así, los likes de los allegados.

Compartir el artículo

stats