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Voro Contreras

Silbar a Mozart

La muerte el pasado fin de semana de Milos Forman ha traído con ella el consiguiente aluvión de obituarios y reportajes sobre el director checo. Los he disfrutado todos, incluso lo más malos. Pero me ha sorprendido la práctica unanimidad a la hora de meterse con «Amadeus», no por su calidad (también unánime ha sido la buena consideración formal de la película) sino por su escaso apego a la realidad en lo que a la biografía del genio se refiere. Que si el hombre no tenía esa risa histérica, que si no era tan imbécil ni Salieri tan malvado, que si Mozart no murió envenenado... Leí incluso una crítica al uso «efectista» de las composiciones del músico de Salzburgo por parte de Forman. Así pues, si a ustedes, como a mí, aquella película les impactó de tal manera que aquella cosa aburrida que emitían los sábados por el segundo canal (música clásica, creo que le llamaban) de repente se había vuelto divertida, deberían sentirse mal. ¿Cómo han podido disfrutar de una manipulación tan burda? ¿Por qué han participado en este linchamiento? ¿Que no han pasado vergüenza viendo como Holywood convierte a este ser divino en una especie de Mickey Mouse borrachín? Cuando se estrenó la película yo tenía seis años, así que sospecho que no la vi hasta que la echaron por la tele unos años después. También sospecho que alguien de mi entorno familiar la grabó en aquel viejo vídeo JVC, porque recuerdo haberla visto con frecuencia en los años siguientes, de tal forma que en mi cabeza los pedazos de melodías que sonaban a lo largo del film hicieron ese efecto del que alertan los que tildan de efectista su banda sonora, de forma que cualquier día, y sin darme cuenta, soy capaz de silbar seguidita la «Serenata para viento n.º 10 KV 361» y de graznar sin vergüenza el «Aria de la Reina de la Noche». No sé si eso es bueno o malo pero, por si acaso, gracias Milos.

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