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Micromega mineral

Hay días en que se amontona la faena. El pintor Rafa Armengol vuelve a València, a la Nau, a presentar El joc del color, una muestra que tiene como curator a Martí Domínguez, un hombre que ha sido crucial en la concesión del mayor de los premios literarios de Catalunya no a un ascético y virtuoso servidor de causas civiles -como ocurre a menudo- sino a un verdadero creador como Quim Monzó. Ese mismo día tenía la presentación de dos nuevos libros de Alfons el Magnànim y la exposición Litomanía de Maite Miravet. Vayamos por partes y empecemos, como es de ley, con la dama. Otro día, el resto.

Litomanía son fotos de piedras. Las piedras están vivas, pero sus pulsos y alientos son tan largos que las vemos inmóviles, pero lo único permanente es el cambio, que dijo El Oscuro: de piedra está hecho nuestro chasis y piedra es lo último que legamos. Así pues, piedras. Las fotos se muestran en Railowsky, una librería en el 34 de Grabador Esteve, una librería, ahora que se acerca la Fira de los libreros, heroica, encastillada en su especialización: la cosa gráfica en toda su amplitud. Buen patrocinio para la fotógrafa que, entre otras cosas, toca la guitarra. Las fotos de Litomanía son como la propia autora: gozadoras, sensuales, celebrativas. No hay manipulación, pero si una veladura de aguamarina. Piedras submarinas en aprovechamiento de un fenómeno que los aficionados (a las piedras y las fotos) como yo, conocemos bien: los cantos se abrillantan y colorean con el agua.

El resultado es colorista, pues. Algo que no gustará a la facción patidora de la fotografía de duelo severo. A veces parecen platos de Ferran Adrià y otras, cuadros de Kandinsky, incluso pastelería de vanguardia (la pastelería es el ramo más importante de la arquitectura). Algunas piedras veteadas parecen paté de lapin y el mármol de Buixcarró tiene, a menudo, el aspecto de un bloque del más selecto foie. Son fotos arrebatadas a minúsculos resquicios de la muy mineral Menorca. Y como dice Maite: «Un simple forat a una roca podía ser un jardí i un jardí la més exótica selva».

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