Quién diría que a estas alturas, cuando ya no se cuenta la cuenta atrás para los próximos comicios por años sino por meses, que el que en su día fue el todopoderoso Partido Popular de la capital valenciana no contaría, a fecha de hoy, con un candidato. Todo parece indicar que ni Isabel Bonig ni Génova tienen las ideas claras, lo cual arroja dudas sobre la capacidad de encontrar un aspirante que permita alcanzar los 200.000 votos que el PP obtuvo de forma continuada en la ciudad desde 1995 hasta 2011. Votos que le son necesarios a Bonig si quiere gobernar.

Candidatos, haberlos los hay: en el Congreso y en el Senado encontramos nombres con capacidad para afrontar el desafío, con experiencia en el ámbito municipal o en la más alta organización del partido. Más pobre está la cosa en las Corts Valencianes, donde existe algún diputado con experiencia en la gestión del cap i casal. Pero la mayoría destaca por su inexperiencia y por su escasa antigüedad de militancia. Además, los hay que están enfrentados con Bonig, lo cual los descarta.

En los últimos días parece que las opciones se circunscriben a Eusebio Monzó, que fue la apuesta de Rita Barberá, y a María José Catalá. Monzó es un político formado, con experiencia en el ámbito económico, que sabe lo que significa estar investigado, que ha llevado con dignidad el caso Taula, compatibilizando el compañerismo con el respeto a las líneas rojas marcadas por el partido. Catalá, por su parte, despierta recelo en el valencianismo tras su paso por la Conselleria de Educación, amén de generar reticencias en una militancia que no acaba de aceptar que una exalcaldesa de fuera opte a serlo de la capital, lo que confirmaría, en cierto modo, la inexistencia del PP de la ciudad para sacar líderes propios.

El candidato del PP a la alcaldía de Valencia debe ser conocido por la militancia, reconocido por los barrios, pedanías y distritos, conocedor de las deficiencias de cada rincón. Debe sumergirse con valentía y respeto en el mundo de las fiestas populares, ser una esperanza para los múltiples problemas sociales que asolan a los barrios y una garantía para la huerta, debe estar comprometido con el desarrollo económico de la ciudad y ser un firme garante de las señas de identidad de los valencianos. En definitiva, un líder que, tal vez y vistos los tiempos que hay, no sea factible fabricar ahora, lo que lleva a preguntarse qué han hecho en el PP en los últimos tres años.