La sequía se está dando por finalizada porque los embalses en algunas cuencas hidrográficas se encuentran a más del 90% de su capacidad, como es el caso del Cantábrico Oriental, las Internas del País Vasco o Tinto, Odiel y Piedras, en Andalucía. Sin embargo, las reservas hídricas del Segura y el Júcar están solo al 27,1% y al 33%. Esta carencia de recursos no solo advierte de la importancia de potenciar medidas de ahorro y eficiencia, además, enciende la alarma ante la necesidad de impulsar la reutilización de caudales. Al mismo tiempo, es fundamental que en territorios con carencia de agua estructural como es el caso de la Comunidad Valenciana se incremente la reutilización de caudales, que se sitúa en niveles muy bajos, de alrededor del 3%, como comentaba la pasada semana el director del Área de Saneamiento y Depuración de FACSA en Castellón en un debate organizado por la Cátedra FACSA UJI de innovación del ciclo integral del agua en Menador Espai Cultural. El déficit hídrico también revela la vulnerabilidad de los montes ante los incendios forestales y la erosión de los suelos. Todo ello, sin olvidar que los escenarios de cambio climático en el Mediterráneo destacan por un incremento de las temperaturas y una reducción de precipitaciones.