No se debe solo a la primavera revoltosa, que exalta las neuronas de los viejos vates melifluos y acartonados. No. Hace ya algún tiempo que la poesía parece disfrutar de un efervescencia generalizada; se difunde por medios antes impensables, incluso se expande en festivales y recitales de variada índole.
Pero en esto, como en todo, el peligro de la abundancia reside en el calibre de su valor real. Cuando éste viene debidamente contrastado, entonces sí: se convierte en un hecho digno de celebración. «Que un premio de poesía haya llegado ya a las XXX ediciones cumplidas es sin duda un hito, más aún si el premio ha mantenido, gracias a un jurado plural y riguroso, un alto nivel de calidad en líneas generales». Así comienza el importante prólogo que encabeza la antología de treinta años del Premio Loewe, en la que Luis Antonio de Villena, con su habitual perspicacia, recopila poemas de los autores premiados y ofrece una sensitiva visión de lo que sus aportaciones han significado en la literatura escrita en español.
El libro, editado por Visor, se titula Mareas del mar, ensamblando el mar perenne de la cultura y de las «mareas» que le introducen los distintos estilos de escritura poética. Y aduce: «En tiempos como los que vivimos, de grande pobreza cultural y mental, importa mucho no dejarse llevar por lo que dijo acertadamente Antonio Machado: «Qué difícil es / cuando todo baja / no bajar también». Repasa L. A. de Villena la alta calidad y variedad de los poemas premiados durante treinta años, entre los que quiero resaltar la trascendencia de los numerosos valencianos: Jaime Siles, Juan Pablo Zapater, Vicente Gallego, César Simón, Jenaro Talens, Antonio Cabrera, Carlos Marzal, Guillermo Carnero y Juan Vicente Piqueras, así como el creciente número de autores latinoamericanos y de voces femeninas, que, por ejemplo, se completan en la última edición del Premio Loewe (instituido en 1988 por el admirable Enrique Loewe, y tutelado ahora con nuevo impulso por su hija Sheila) en su categoría de Creación Joven otorgado a la argentina Luciana Reif, que en «Un hogar fuera de mí» compone un penetrante clamor de afirmación femenina que dedica «A todas las mujeres que se atreven a cambiar el curso de la historia con el trazo de su biografía». El libro constituye un inapreciable conjunto de diferentes enfoques que, en su excelencia, representan buena parte de lo más escogido de la poesía a lo largo de tres décadas, revelando a la vez la gran tarea de un jurado del que han formado parte nombres de primera magnitud, como Octavio Paz, Rosa Chacel, Juan Manuel Caballero Bonald, el recientemente fallecido Pablo García Baena o nuestro eximio Francisco Brines. Un volumen a tener en cuenta para el próximo lunes, en el Día del Libro.
