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Martí

El reportaje sigue vivo

Con Pedro Erquicia muere una cierta forma de entender la información de servicio público. Tanto en «Documentos TV», como en «Informe Semanal», impartió maestría con esa presentación testimonial, casi en off, que daba paso a los mejores reportajes de la cadena estatal que se recuerdan. ¡Ay, el reporterismo! Uno de los géneros por excelencia del periodismo que necesita tiempo, una inversión en valores negativos hoy en día. Volverá, seguro, cuando pase esta vesania actual que impone que la mejor información es la más rápida. Curioso, se organizan campañas contra la «fast food» y la velocidad en las carreteras, pero sigue esa competición atropellada por exclusivas sin contrastar. La mejor dieta informativa está basada en piezas bien elaboradas, con el máximo de testimonios posibles, con la visión de todos los protagonistas y que se ciña estrictamente a los hechos. Un menú tan conocido como superado por las circunstancias internas y externas del actual proceso comunicativo. Una realidad que bordó Woody Allen en «Scoop», con una soberbia interpretación de Scarlett Johansson, en el papel de la joven periodista Sondra Pransky. Uno siente vergüenza cuando ve a esa cuadrilla que con micrófono en mano sigue a supuestas celebridades. Una escena que retrata la bulimia periodística. Quizás por eso algunos solo recuerden al bueno de Erquicia como la persona que organizó una cena en su casa para que los entonces presentadora Letizia Ortiz y príncipe Felipe de Borbón se conocieran. Además de buen periodista parece que era un gran anfitrión. Pues eso, la información de la buena es como una comida inolvidable, necesita un ambiente íntimo, buenas viandas y su maridaje de caldo correspondiente. Larga vida al reporterismo.

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