Fluye el corazón, sentimientos comunes atados con el instante y la voluntad. Ellos están allí, siempre, en silencio buscan la mano de la mirada. Nuestros pensamientos saben vivir junto al regazo del silencio; unas veces sienten la frustración de lo imposibles y otras el cariño amoroso del alma.

Sin descanso, a veces con desánimo, caminamos por la vida. Unos días es lucida, otros es suerte de perseverancia, también es esperanza aplazada y sacrificio.

Algunos días la felicidad te ofrece agua de su manantial, ayer por la noche bebí un gran trago. Agua limpia y fresca, agua que viene de la montaña del entusiasmo, agua que cura penas. En la felicidad reposa el cariño, el afecto, el encanto de la mirada, el abrazo, el gozo, la ternura.

Sabiduría andariega, caminas libre bajo la sombra de los olivos, cuando la tarde declina te pones a pensar... Supiste pronosticar: enseñar y prevenir. Alguna vez, perdiste una esperanza aquí..., una ilusión allá, pero sabes quedarte con lo indispensable. ¡ Si tú supieras! Al conocerte comencé a pensar en la espontaneidad, una niña pequeña y traviesa, que vivamente juega contigo junto al camino. ¡No la pierdas de vista!

Sirves de incentivo para el alma, de espuela para el corazón. Eres flor cortada en la mañana, candor admirable, voz que murmura dulcemente, energía en épocas de flojedad... Al mirarte a los ojos, observo en ellos la destreza de la espera. Siento tu paciencia, atenta y silenciosa estás ahí, consuelo y paz de medianoche. Laboriosa y oculta, en la plenitud de la vida, estás en posesión de todas las virtudes, en silencio demuestras honestidad, hermosa cualidad sin rival. Eres pensamiento sublimado durante años... Sabiduría, tienes nombre de mujer, eres la entraña del hombre que prefiere el romero a la flor de tergal. Abrigo de otoño, nieve deslumbrante de la montaña, morada donde pernocta el conocimiento, ojos de nuevos amaneceres... Las pequeñeces de cada día son lecciones de vida. Con tu alma delicada y la finura de tu intelecto, disfruto de la felicidad, a veces, embargada por la melancolía y la nostalgia.

Me despido con la mirada de Romy Schneider, en el recuerdo aquella película: "Lo importante es amar" . Amar la sabiduría...