El pasado 13 de abril se publicó en este diario una tribuna de opinión que bajo el título «Un peligro invisible» hablaba del proceso de valorización energética en las cementeras. Un texto lleno de opiniones, falacias, mentiras y afirmaciones sin fundamento y que tienen como única finalidad alarmar a la sociedad desinformándola. Todo lo contrario de lo que dice querer perseguir. Al leerlo recordé el artículo de Javier Marías ´También uno se harta´ que rescaté para escribir estas líneas y que dice así: «Al instante, un diario digital cuelga un título falaz, sin añadir enlace al artículo. Muchos se quedan con eso y se inflaman. No leen, o no entienden lo que leen, o deciden no entenderlo. Uno se pregunta de que sirve explicar, argumentar, matizar, reflexionar con el mayor esmero posible. Los ataques no importan, las mentiras sí. Y vivimos en una época en que, si las mentiras halagan, se las aplaude» .

Pues bien, estas palabras de Javier Marías describen muy bien cómo me siento al leer la tribuna. Podría contraargumentar, una por una, todas sus afirmaciones técnicas con criterios profesionales, -con las políticas no me meto, - sobre la nocividad y los aspectos de la mala praxis de la utilización de combustibles obtenidos a partir de residuos urbanos y no urbanos siempre que hayan sido procesados previamente para su uso en una cementera. También podría argumentar las ventajas que su utilización aporta a la sociedad como son la reducción de vertederos, de emisiones de CO2 de efecto invernadero, o de la preservación de los recursos naturales al sustituir a los llamados combustibles fósiles.

Voy a argumentar que la utilización de estos combustibles alternativos en las cementeras está ampliamente implantada y potenciada en la Unión Europea y en mayor grado, en los países mas desarrollados y respetuosos con el medioambiente como Alemania, Dinamarca y Países Bajos, por poner algunos ejemplos. Su utilización está regulada con el fin de salvaguardar la salud pública y la limpieza del aire, tanto de los entornos más cercanos como a nivel global. Estas normativas de uso, aplicables en toda la Comunidad Europea son, como no podía ser de otro modo, las que también se aplican en España y en la Comunitat Valenciana a todas las cementeras y, por supuesto, a la que yo dirijo, la de Cemex en Buñol, para el control y limitación de emisiones a la atmósfera.

El «peligro invisible»no está en la utilización de estos combustibles en cementeras, ampliamente aceptados a nivel mundial. El «peligro invisible»está en los intereses de estos pequeños grupos que, con visiones mesiánicas, confunden y asustan a la opinión pública con fines ocultos y poco transparentes y que se autoproclaman salvadores de la humanidad. De estos salva patrias, mejor huir. Ya hemos tenido algunos en este país que utilizaron los mismos métodos para provocar miedo y desinformación, entre otros males, a lo largo de la historia. ¿Qué mayor responsabilidad que la de informar de modo técnicamente veraz a la sociedad?