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Despertar a la realidad

Amanezco después de una intensa trilogía alcoyana. Durante las fiestas de Moros i Cristians solo escucho las melodías de las marchas, pasodobles, el estruendo de la pólvora que estalla con los trabucos y el bullicio de la gente con ganas de celebrar una de las máximas expresiones culturales y festivas de nuestra tierra. Vestido de moro consigo lo que parece imposible, aislarme de la realidad, de la televisada también. Todo acaba el día 25 por la mañana. Alcoi descansa y yo despierto a la actualidad con mi rutina mañanera, Twitter y café en mano, enciendo la tele para ver los matinales y observo que el esperpento continúa, como siempre. Mi dedo pulgar no da a basto zapeando. Las conexiones en directo se suceden en un carrusel de políticos de diferentes colores, todos con un mensaje común: mostrar su indignación al desenlace Cifuentes y de paso, aprovechar para hacer campaña apareciendo en todas las cadenas generalistas en una mañana informativamente frenética.

Me quedo con Ferreras que enseña los dos botes de crema antiarrugas Olay que tiene en la mesa, al mismo tiempo entrevista al guarda de seguridad que detuvo a Cifuentes por el hurto en el Eroski de Vallecas. Todo tan cutre, tan de verdad pero tan de ficción, que me imagino a los guionistas de «House of Cards» tomando nota para escribir una trama protagonizada por Frank Underwood. El asunto tiene su gracia hasta que la risa se convierte en cabreo cuando me llega ese olor a tufo vengativo pandillero, el fuego amigo es el que más quema.

Sobredosis de bochorno mientras dos de las autonomías más pobladas siguen ingobernadas por la baja calidad de una clase política empeñada en robar tiempo y atención informativa a las cosas necesarias y urgentes de verdad.

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