La vida sigue más allá del espectáculo, incluidas cloacas, de la dimisión de Cristina Cifuentes. Mientras los ciudadanos seguimos inquietos con nuestras cuitas, en concreto las recién publicadas cifras del paro del primer trimestre reflejadas en la encuesta población activa (EPA), y el acuerdo PNV-PP de incluir en los presupuestos 2018-2019 (¡año electoral!) un aumento de las pensiones equivalente al aumento del IPC. En España los datos del desempleo no son buenos. Todos los síntomas parecen conducir a que nuestro modelo productivo conlleva unos índices de desempleo estructural y no sólo derivado de circunstancias coyunturales. A pesar de que los diversos análisis de coyuntura a corto y medio plazo son positivos, que se esté creando empleo, que la rentabilidad empresarial propicia inversiones relevantes, y que las empresas turísticas gozan de una fase expansiva, el futuro próximo depende de que sepamos construir entre todos un modelo económico y social sostenido y sostenible. Nuestro modelo productivo no puede seguir basándose en mano de obra intensiva con escasa cualificación y unos salarios devaluados. Debemos apostar por una mayor diversificación. Nuestro modelo turístico, sin renunciar al "sol y playa", también debe apostar por productos diversificados de mayor valor añadido.
Los pensionistas (¡y no sólo ellos!) han visualizado en múltiples y masivas manifestaciones su malestar por la pérdida de su valor adquisitivo (incluidos bienes y servicios de primera necesidad) al condicionar sus pensiones, no al IPC, sino a un vergonzante 0,25%. Según el gobierno de Rajoy y sus coadlateres no es cierto que "uno de cada cuatro pensionistas españoles esté en el umbral de la pobreza al cobrar menos de 8.200 euros anuales" (Gestha). Y también es inexacto (?) que la pensión media en nuestra comunidad (865 euros mensuales) sea inferior a la media española (925 euros). En consecuencia, y para mayor escarnio, las quejas de los pensionistas son injustificadas y radicales.
Aparece una nueva circunstancia, los votos del PNV son necesarios para desbloquear los Presupuestos 2018. Pero el placet de los nacionalistas vasco no es gratis: anular el 155 en Catalunya, además (inquietos por la intensidad de las manifestaciones en Euskadi) aplicar ya en los actuales Presupuestos un aumento de las pensiones 2018 y 2019 equiparables al IPC, y posiblemente alguna que otra contraprestación. Hay que añadir a tal necesidad, el hecho de que los populares, visto lo visto, se muestran inquietos ante las manifestaciones ciudadanas (¡para algo habrán servido!) que comienzan a erosionar a colectivos (mayores de 65 años) hasta ahora simpatizantes y votantes del PP. La suma de ambos factores conducen a Rajoy a acepta sin rechistar la propuesta del PNV. ¡"Donde dije digo, digo Diego"!
Pero tal "solución" es pan para hoy y hambre para mañana. Ya son realidades contrastadas el progresivo envejecimiento poblacional, la baja tasa de natalidad, y la incorporación tardía al mercado de trabajo. Con tales parámetros, el actual sistema de financiación, la Seguridad Social, es insostenible. Y el instrumento no puede ser los Presupuestos Generales, lo que supondría debatir cada año el aumento (o no) anual. La plataforma correcta y necesaria es el llamado Pacto de Toledo formado por gobierno y oposición, patronales y sindicatos, donde analizar y proponer nuevos fondos de financiación más allá de los recursos propios de la Seguridad Social, tal como se practican en otros contextos europeos.
Concluyo recordando el artículo 50 de nuestra Constitución: "Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio". Más claro, agua.
