La naturaleza, igualmente como todo lo que pasa en el planeta Tierra, es dinámica, no es estática, está en continuo movimiento. De la misma forma las nubes cambian de tipo, no siempre, pero a menudo tenemos cambios de tipo o de especies. No es extraño que un altocúmulo se transforme en estratocúmulos si las condiciones de la inestabilidad atmosférica cambian o cambia la velocidad del viento. La nube más dinámica es el cúmulo cuando se transforma en cumulonimbus, la nube de tormenta. Esta nube para convertirse en cumulonimbus requiere de una inestabilidad elevada, en latitudes medias se necesita cizalladura de los vientos altos (variación de la velocidad del viento y de la dirección en su vertical) y fuertes corrientes ascendentes de aire que transporten calor y humedad de la superficie terrestre hasta la tropopausa, que es la parte más elevada que actúa de barrera para que crezcan los cumulonimbus, ya que hay una inversión térmica. En la primera fase de su desarrollo se llama cumulus humilis, en la segunda cumulus mediocris, en la tercera cumulus congestus, hasta que su última fase es el cumulonimbus que puede ser cumulonimbus calbus o cumulonimbus capillatus, con yunque. Esta nube puede generar tormentas severas o más débiles, tornados, mangas. En su fase de disipación predominan las corrientes ascendentes y menudo observan mamatocumulus, nubes en forma de mama. Estas nubes son indicativos de que se ha producido una tormenta intensa o que hay una tormenta intensa cercana al lugar donde se encuentra el observador.