Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El 'barrio chino' que fundara San Vicente Ferrer en Velluters

La vecindad de Velluters siempre ha estado en contra de que a su barrio se le llamara chino, aunque lo más escarnecedor para ellos era que en él anidara la prostitución consentida, a lo que en los últimos tiempos se ha unido la droga. En tiempos de gobierno municipal socialista, una de las actuaciones que se emprendió para acabar con ambos fenómenos fue «esponjar el barrio» , derribadas las casas viejas donde se alimentaba estos negocios, acabarían con ellos. Mejoró urbanísticamente la zona, pero en su ADN aún está la semilla que «para bien» plantó el canto dominico.

València fue el gran burdel, sino de Europa, sí del Mediterráneo, según los entendidos en el tema que han historiado el fenómeno. Lo tenemos más que documentado desde que los cristianos entraron aquí con Jaime I. Manuel Carboneres tiene una deliciosa y suculenta historia de «La Mancebía de València», que no tiene desperdicio alguno y retrata esta plaza permanentemente hedonista. San Vicente Ferrer tuvo mucho que ver con que la industria de la prostitución se instalara en esta parte de la ciudad, coincidente con el popularmente llamado «barrio chino» de València, que de chino no tiene nada. Me gusta contarlo allá donde se me llaman para hablar sobre san Vicente, porque hay que desmitificar al santo y situarlo en sus justos términos y méritos, que no son pocos. Era tan escandaloso y aparatosos el fenómeno de la prostitución en València, que el gobierno de la urbe fracasó en sus múltiples intentos por ordenarlo y regularlo. Estaba de moda el dominico Vicente Ferrer como mediador y solucionador de problemas de todo tipo. Este sugirió un proyecto hacer «una Casa Publica apartada de las demás» para el ejercicio de la actividad. El Consell de la Ciutat dio poderes y dinero a Vicente Ferrer para llevar a cabo sus ideas. Hizo comprar huertos y valló junto a la muralla, cerca de la puerta de Torrent, con paredes muy altas, creando un recinto donde había diversos edificios donde ejercieran las mujeres del viejo oficio. La zona coincide con parte hoy del barrio de Velluters. Puso normas y reglas, montó un servicio de seguridad en las puertas y otro sanitario. Cuidado lo corporal, se dedicó a lo espiritual. Les predicaba y lograba que algunas se arrepintieran. Las que accedían a abandonar la actividad las dotaba económicamente con dinero municipal y las casaba a algunas con sus propios clientes.

El italiano Juan Lorenzo Ananaia, que en 1574 en un libro impreso en Venecia puso a València tibia por su famoso putiferio, escribió: «Si alguna Ciudad tiene abono en este particular es sin duda Valencia por las rigurosas Leyes€ que, según voz y fama pública fueron ordenadas por el Apostólico varón san Vicente Ferrer».

José Teixidor, biógrafo del santo, escribió que «uno de los principales puntos que atendió el apostólico zelo de nuestro valenciano san Vicente Ferrer fue arrancar de raíz, destruir y disipar los públicos escándalos y los peligros de perversión que frequentemente se siguen de andar los malos con los buenos€ una gran parte del estrago de costumbres nacía de la libertad que las mujeres públicas pecadoras tenían de divagar por las Villas y Ciudades, causando así lamentables ruinas y pervirtiendo a muchos con su escandaloso modo de vivir». Y en uno de su Sermones, san Vicente Ferrer afirmaba que «Los Regidores están obligados a remediar con ordenanzas penales esta funestísima perversión».

Compartir el artículo

stats