El climatólogo José Ángel Núñez, de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), acaba de publicar un excelente estudio histórico sobre las riadas catastróficas del Turia en Valencia, una crónica que recoge los episodios mayores desde el momento en que aparecen las primeras referencias hasta la última gran avenida de octubre de 1957, que marcó un giro decisivo en el destino de la ciudad. La primera entrega del estudio sale ahora a la luz en la revista Tiempo y Clima, que edita la Asociación Meteorológica Española (AME), y en el siguiente número se publicará una segunda parte que incluirá el análisis de aspectos meteorológicos y climatológicos además de los históricos.

Una de las cosas más llamativas de esta primera aportación es lo que el propio autor define como «desmemoria climatológica», ya que queda acreditado que, a pesar de la reiteración con la que la ciudad del Turia ha sido inundada a lo largo de los siglos, históricamente da la sensación de que sus habitantes nunca han entendido ese patrón climático. Como sucedía con otros fenómenos extremos de la naturaleza o con la aparición de cometas en el firmamento, en la antigüedad los desbordamientos del río se interpretaban como un mal presagio o castigos divinos, pero en el estudio de Núñez llama la atención que en 1957 se llegara a decir que riadas como aquélla no la recordaban «ni los más viejos del lugar», a pesar de la larga lista de precedentes que llenan la historia de Valencia. Un estudio para todos los públicos, que en contra de lo que nuestra memoria intenta borrar, nos permite entender que lo que ha sucedido tantas veces puede volver a ocurrir.