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Matías Vallés

El alumno es un "cretino"

Le llamaba Maximiliano San Miguel, y era un gran profesor de Ciencias Naturales apodado el Gangster, en su presencia y bajo su aprobación. Citaba a los alumnos al encerado con el apelativo único de "cretino", que repetía a cada respuesta incorrecta, ante la clase que rugía su aprobación al insulto. "Cenutrio" era un grado más sofisticado de dirigirse a los adolescentes. Si no distinguían entre fenotipo y genotipo, rastreaba su currículo previo con un "¿dónde estudiaba usted antes, cretino?", hasta que encontraba la respuesta "en un colegio religioso". Y allí les reprochaba que "los hechiceros" frailunos los habían inutilizado para la biología. Más bramidos del aula. A continuación blasfemaba contra las "brujas de la limpieza", que le habían desordenado sus especímenes guardados en formol.

Tal vez la memoria me traiciona, pero no recuerdo a un solo alumno traumatizado por San Miguel. Más aún, nadie podía tocarnos al Gangster. Ahora le pedirían cárcel por adoctrinamiento pero, si un fiscal desocupado o un juez archivador de corruptos se atreviera a actuar contra nuestro profesor, hubiéramos salido en tromba a defenderlo. Y en aquellos tiempos no era inusual trasladar a peso el automóvil de una persona que desagradara al alumnado. Todavía hoy nos enfrentaremos a quien mancille la honra del educador que nos puso en nuestro sitio. O sea, que nos llamó "cretinos".

De aquella promoción de "cretinos" salieron media docena de premios extraordinarios fin de carrera, media docena de médicos, media docena de matemáticos y media docena de catedráticos con algún rector universitario incluido. Esta experiencia me convenció de que un discurso de Rajoy es más peligroso para la infancia que un claustro formado exclusivamente por militantes de las CUP. Por no hablar de que el laico y racional Gangster solo insultaba nuestra reticencia a pensar, a diferencia de la porción de "hechiceros" que enseñaban biología mediante la palpación de los muslos de sus alumnos. Por lo visto, este capítulo carnal también ha desaparecido de la ola de adoctrinamiento que nos envuelve.

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