Mientras Donald Trump siga como presidente de EEUU, Europa debe dejar de mirar a Estados Unidos como un aliado.

La mentalidad de Trump estriba en abolir y derogar todo aquello que hizo su predecesor Barack Obama durante sus 8 años en la Casa Blanca. Comenzó tumbando la reforma sanitaria, uno de los mayores logros sociales de su mandato, que buscaba dar cobertura médica a millones de norteamericanos, que hasta entonces no tenían acceso a la sanidad pública. Una paradoja de la que es, sin duda, la principal potencia económica del planeta.

Pero también en las relaciones exteriores. La última decisión ha sido de una torpeza inaudita, retirándose del acuerdo nuclear con Irán, suscrito por las principales potencias mundiales entre ellas Reino Unido, Francia y Alemania. Solo Israel y Arabia Saudí han aplaudido la medida.

La reacción de Israel ha sido inmediata bombardeando posiciones de Irán en Siria, agravando el conflicto, tras siete años de guerra.

Trump quiere seguir estrangulando al régimen de Teherán mediante sanciones económicas, que no surtieron ningún efecto mientras estuvieron vigentes, frente a la línea diplomática que había dado hasta ahora muy buenos resultados.

Desde la firma del acuerdo, tras años de arduas negociaciones con el presidente Obama a la cabeza, Irán había paralizado su programa nuclear y el mundo podía respirar más tranquilo.