Tras las emotivas palabras dedicadas por Pere J. Beneyto a Ramiro Reig, en estas mismas páginas de Levante-EMV, con motivo de su fallecimiento, poco queda por añadir. Nacido en Xàtiva, valencianista, sacerdote jesuita, miembro de Comisiones Obreras del País Valenciano, profesor del Colegio y de las Escuelas de San José, y de la Universitat de València, especialista en la figura de Blasco Ibáñez, solo cabe aproximarse a las múltiples facetas de su personalidad con el reconocimiento de su compromiso permanente por la transformación de la sociedad desde su condición de jesuita que le acompañó durante toda su vida y con su experiencia sindical y universitaria.

Su compañero jesuita Alberto Guerrero, de piso y compromiso, junto a otros tres jesuitas, me lo recordaba en cada uno de nuestros encuentros. Ramiro siempre estaba pendiente de todo aquello que permitiera transformar el mundo. Con Josep Picó, ya en 1978, publicó, Feixistes, Rojos i Capellans, analizando la evolución de la iglesia i la sociedad en el País Valenciano desde 1940 a 1977, lo que no le impidió pasar a analizar más tarde, en 2009, como profesor de Historia de las Instituciones Económicas, Las grandes corporaciones del siglo XX, en una aproximación a la trascendencia social de estas entidades en el realidad política, económica y social.

En 2010, invitado por Ramiro Reig, participé en la Universitat d´Estiu de Gandia, en la mesa redonda, De Francesc de Borja a Jon Sobrino con Josep Lluís Ferrer, Director del Palau Ducal, y Esteban Velázquez, Teólogo, buen conocedor de la situación en El Salvador, donde se produjo el asesinato de los seis jesuitas y las dos mujeres del servicio doméstico en la Universidad Centroamericana (UCA) el 15 de noviembre de 1989. Apuntaba Esteban Velázquez, que el derecho integral de cada persona no puede darse sin un desarrollo solidario de la humanidad. Y este es el mensaje que Ramiro Reig, siempre quiso poner en práctica, asociar su fe con la justicia social que nos afecta a todos, lo que también señalaba Josep Lluis Ferrer, en la citada mesa redonda, para garantizar que todos los hombres y mujeres pudieran vivir con dignidad.

Ramiro Reig en su manera de ser huía siempre de la confrontación gratuita, buscando en todo momento la complicidad en las acciones a realizar, el respeto a la opción individual y la sencillez tanto en el contenido como en la forma de expresarlo. Su compromiso social ha estado presente en toda su actuación en defensa de los más necesitados con un testimonio aleccionador que tuvo diferentes expresiones públicas y en concreto al afrontar el reto de posicionarse con lo más necesitados.

Con la firme determinación de vivir del modo más sencillo, como individuo y como colectivo y con solidaridad con aquellos menos afortunados que orientara su actuación, reflexión y acción en la búsqueda de la justicia. El compromiso religioso que mantuvo toda su vida lo entendía Ramiro Reig, integrándolo en la lucha a favor de los movimientos sociales para dar así testimonio de sus creencias. Descanse en paz, al expresarle nuestro testimonio de afecto y pesar a su familia, amigos y comunidad.