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Presupuestos, pero con moción de censura

Gürtel vuelve a colocar a Rajoy en posición difícil pese a haber logrado la mayoría de 176 diputados para aprobar las cuentas

Gobernar las democracias es mucho más complicado que antes de la crisis. En Gran Bretaña, tras un extraño referéndum, hay un gobierno conservador y nacionalista que quiere salir de la UE pero que sobrevive con dificultades porque está dividido en cómo pactar la salida. En la muy seria Alemania -y pese a Merkel- se tardaron seis meses en formar gobierno tras las últimas elecciones. En Italia, país fundador de la UE, tras las elecciones de marzo se acaba de pactar un ejecutivo de dos partidos populistas y antieuropeos.

España no es una excepción. El miércoles -tras una muy laboriosa negociación- Rajoy logró rehacer su peculiar coalición del año pasado de 176 diputados (PP, UPN, Foro Asturias, Cs, Coalición Canaria y Nueva Canarias) para aprobar (en mayo) los presupuestos del 2018. Como los presupuestos se pueden prorrogar un año, el mundo económico y muchos ciudadanos respiraron aliviados. La estabilidad política (y en parte la económica) estaba garantizada dos años más. Luego, en el 2020, elecciones. Como en un país normal.

Pero no son tiempos normales. Y era olvidar una parte de la realidad. Que el PP, aparte de gobernar en minoría y con pocos amigos, tiene muchos problemas en los tribunales por serios casos de corrupción. Y al día siguiente, el jueves, salió la sentencia principal del «caso Gürtel» con condenas muy fuertes.

Nueve años después de que el juez Garzón, apartado de la judicatura, iniciara la investigación de lo que Rajoy (en la oposición) dijo que era una trama contra el PP (sobrentendido de Rubalcaba), Francisco Correa, al que conocimos de padrino del novio en la boda de la hija de Aznar de El Escorial, ha sido condenado a 51 años; Luis Bárcenas, el famoso tesorero del PP, a 33 y 44 millones de multa; su mujer, Rosalía Castro, a 15 años; 14 para Jesús Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, exalcalde de Pozuelo y antiguo jefe de gabinete de Aznar; 31 para Alberto López Viejo, exconsejero de Esperanza Aguirre? Todo un desastre para el PP que hace que el ABC, diario emblemático de la derecha española, dijera el viernes que la sentencia abría una grave crisis política.

Es cierto que los hechos se remontan a la era Aznar y que Rajoy, cuando tomó el control de Génova, expulsó de Madrid a Correa (y dejó que se refugiara en Valencia). Pero la sentencia dice que el PP se financió ilegalmente, le obliga a devolver 250.000 euros de dos campañas municipales de 1993 y niega credibilidad a la declaración como testigo del presidente del Gobierno ante la Audiencia Nacional en julio del año pasado.

El golpe al prestigio -ya muy zarandeado- del PP y del Gobierno es duro. ¿Se puede gobernar con una autoridad moral tan mermada? Era evidente que cualquier líder de la oposición, que no quisiera arriesgar perder su puesto, tenía que presentar la moción de censura que se le venía reclamando desde hace meses. Pese a saber que el éxito de la moción (obtener el apoyo de 176 diputados cuando sólo se tienen 85) es difícil, pese a que la crisis catalana está más viva que nunca y pese a que la inestabilidad política no es buena para la economía.

Pero al líder de la oposición se le paga en todos los países -y por eso es la alternativa- para que critique al gobierno. Pedro Sánchez no podía dejar de presentar la moción que además le consagrará como la única alternativa real, cosa que mucha prensa de izquierdas, de derechas y mediopensionista le negaba.

Otra cosa es que la moción vaya a tener éxito. Si Rajoy tuvo 176 votos (mayoría absoluta) a favor el miércoles, no es fácil que los tenga Pedro Sánchez dentro de unos días. Además, los apoyos de Rajoy se han contado mientras que los de Sánchez flotan por el espacio. Ciudadanos ya ha dicho que no le apoyará porque lo único que desea son unas elecciones generales inmediatas que intuye que le irían bien. Y el líder socialista no es un diputado del montón, cuya única misión al llegar a la presidencia sea disolver las Cortes. Pedro Sánchez querría gobernar.

Descartado así el apoyo conjunto de Cs y Podemos (que ya no existió tras las elecciones del 2015 y 2016), queda el apoyo posible de la izquierda (Podemos) y de los independentistas. Este apoyo genera problemas. ¿Le votaría Podemos con un programa económico responsable que Sánchez necesita exponer para no ser luego arrollado en los mercados? ¿Le apoyarían los independentistas pese a que es partidario de no levantar el 155 mientras en Cataluña no se respete la legalidad? Sánchez puede argüir que los presupuestos están aprobados y que respecto a Cataluña su posición de firmeza es clara. Le pueden votar, pero no habrá ningún compromiso ni ninguna cesión.

Sánchez tiene razón, pero si Rajoy no genera confianza por la corrupción, Sánchez tampoco la generaría porque su mayoría sería más reducida y estaría expuesto a vendavales. No obstante, el primer problema es que la suma no sale. Toda la izquierda (PSOE, Podemos, ERC, PdCat (?) y Bildu?) suma 174 diputados. Faltan dos. Y como Coalición Canaria ya ha dicho que no apoyará (los canarios están satisfechos del pacto con Rajoy), la moción sólo podría progresar con el apoyo de Podemos, los independentistas (incluido Bildu), y además el PNV.

O sea que todos vamos a estar pendientes otra vez de Íñigo Urkullu, Andoni Ortuzar y Aitor Esteban. ¡Qué cinco diputados más rentables! La suerte (en forma de bisagra) y el realismo político lo han permitido.

¿Qué hará el PNV? Una cosa es ayudar a la estabilidad gubernamental y otra, a un partido corrupto. La votación del miércoles no prefigura pues del todo su actitud ante la moción de censura de Sánchez. Un destacado dirigente socialista -que dice que la moción era obligada, que Sánchez la debe aprovechar para comunicar un programa solvente y que no debe buscar ganarla a cualquier precio- afirma que todo está en el aire. Que depende. La obsesión del PNV es parar los pies a Cs, que quiere romper el muy imperfecto pacto de la transición, en especial el concierto vasco. Si creen que manteniendo a Rajoy (aunque débil) alejan la posibilidad de que Cs sea el primer partido tras las próximas elecciones, finalmente se abstendrán (que en la práctica es votar en contra). Si, por el contrario, creen que mantener a Rajoy con respiración artificial sólo conseguiría que Cs ganara fuerza, votarán a favor. Entonces Rajoy podría caer.

Resumen ejecutivo. Rajoy se va a defender con uñas y dientes y está combativo. Pero, aunque gane, quedará debilitado por aquello de que tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe. Sánchez cumple con su obligación para no ceder el cargo a Pablo Iglesias (si sobrevive al chalé), pero no es seguro que lo mejor para él sea que triunfe la moción. Un gobierno Sánchez ahora no estaría debilitado por la corrupción como el de Rajoy, pero tendría serios problemas porque su grupo parlamentario -su único apoyo serio- es más pequeño que el de Rajoy (84 escaños contra 134).

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