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Fantasmas y sombras

Me desperté antes de las siete y vi en el móvil una llamada perdida de Whatsapp hecha cerca de las tres de la madrugada, la hora de las urgencias. Llamé a la remitente pero no contestaba. Le mandé un mensaje y, al cabo de un buen rato de intriga y preocupación, llegó, por fin, la respuesta: no pasaba nada, el gato House había pisado una tecla entre millones de combinaciones y me había llamado, me echaba de menos (yo también a él), no me extraña, le tengo consentido y a dieta de almejas, cigalas y gambas.

Más raro aún es que recorriera con la vista los estantes de la librería de unos amigos y leyera de pasada El rediezcubrimiento de América. «Rediez, has leído bien», pensé, y volví atrás: sí, ese era el libro, el que no habías vuelto a ver en varias décadas, el libro del que desconocías título y autor pero que estaba vivo en algún lugar del laberinto del corazón, inamovible, resistente a la lejía del olvido, el que me leía mi primera novia una tarde en la sierra, sobre un herbazal de Monet. Más aún, lo abrí dos veces y me tocaron en suerte los dos capítulos que me leyó aquel día: la historia de un asturiano emigrado a México, el misterio de dos pueblos «a quienes unen sus diferencias y separan sus semejanzas». Marco Almazán se llama el autor.

Tenemos pocas historias de fantasmas dentro de estos cielos lacerantes de tan azules, emborronados y revenidos por el calor, pero yo he cosechado algunas. Ésta es mi preferida y ocurrió en un pueblo de la Ribera. Murió una niña tras una enfermedad breve y letal. Sus amigas la echaban de menos y más que la añoraban al llegar la Pascua y llenarse los campos de trinos y flores. Tenían esa edad comprometida, un poco antes de la adolescencia, cuando las niñas se ponen gorditas y feas y lucen un bolso de plástico con cadenita de oro del moro. Aquella tarde paseaban las cuatro, eran cuatro, en dirección a una fuente, que también era abrevadero y alameda, que les gustaba mucho. Entonces, con el sol en la espalda contaron cinco sombras, todas vieron esa sombra de complemento, no iba a dejarlas solas en un día tan hermoso.

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