Es extraordinaria la habilitad de los responsables políticos y públicos para mirar para otro sitio con lo que no les interesa remover. Aún recuerdo cuando hasta el presidente E. Zaplana fueron unos representantes vecinales para expresarle su alarma ante el «hiper» de la droga metropolitano. Ni Zaplana, ni Barberá, ni Cotino, ni nadie quiso hincarle el diente. Lo mismo ha ocurrido con los inmigrantes del puente del Jardín del Turia donde se levantaba un asentamiento de esos que tiene la ONU por África hasta que, por lo que sea, y coincidiendo con una crítica del conseller Blasco se ha puesto en marcha la Operación Lalaralalita, barro mi casita. Ahora tenemos casi la misma con las 40 familias que habitan las naves de la antigua Macosa. La Policía Nacional ha señalado el auténtico problema: ¿qué pasa con los menores que allí viven rodeados de basura? Todos silbando al cielo.