Si enumeramos las salas dedicadas al firmamento estelar de la música valenciana, así en el Palau de la Música como en el Palau de les Arts, reduciremos el panorama a cuatro nombres: Martín y Soler, el maestro Rodrigo, Lucrecia Bori y don José Iturbi. A poco que buceemos en las procelosas aguas de la plástica, Sorolla domina los focos que se proyectan hacia el mundo con una solidez incontestable. Y si finalizamos nuestro recorrido en la literatura, Blasco es sin duda la pieza más cotizada, el más universal de nuestros escritores, compartiendo gloria con el Tirant de Joanot Martorell. Desde luego, hay muchos más, desde Max Aub a don Carlos Arniches, y ciertos apellidos, escasos, que han removido o remueven alguna rama de las Bellas Artes. Poca cosa, sin embargo. El Olimpo internacional aportado por la tierra en esa materia es más bien débil y parvo, y hablo ahora de su contribución estética: ni Martín y Soler fue Mozart; ni el maestro Rodrigo, Stravinsky; ni don José Iturbi, Rubinstein, pese a los oropeles hollywoodienses. Ni por supuesto, Sorolla es Cezanne; ni Blasco Ibañez, Proust. Y ya se me entiende. Bien mirado, aún vegetamos sobre el siglo XV, guardando como oro en paño el Tirant, el texto que inició el cambio de paradigma en la novelística. Pero en el canon de la modernidad, que es lo que hace al caso, habrá que despojar de magnificados esplendores a obras y autores cuyo residencia en el Parnaso valenciano es aceptada sólo porque sus restos se han depositado en urnas patrióticas, entre sentimientos y vehemencias, de una parte y de otra, de la izquierda nacionalista a la derecha regionalista. En realidad, el ímprobo título de tierra de artistas es más bien honorífico y alejado de las élites: la administración es quién ha levantado el Palau de les Arts a talón millonario. Aquí nos hemos dedicado a otra cosa, al comercio y al negocio, sobre todo al agrícola, y a divertirnos en las fiestas, lo cual tampoco está nada mal, y hasta se reivindican hoy ambos campos -el festivo y el agrícola- desde las pseudofilosofías virgilianas y neoconservadoras.