Miodrag Kustudic fue un delantero yugoslavo que tuvo un paso fugaz por varios equipos españoles. Su escasa puntería no le privó de ganar hasta tres copas. Actualmente trabaja como agente futbolístico, e incluso está registrado en la FIFA, pero si forma parte de la historia del fútbol no es por sus cualidades como jugador sino por la dificultad de conseguir el cromo que Ediciones Este imprimió en 1981 por error con la camiseta del CD Castellón.

El futbolista, que no llegó a debutar con el club albinegro, se desdijo de un acuerdo verbal y acabó jugando en el Real Mallorca. Desde entonces es un mito del coleccionismo y su cromo se subastó hace unos días en internet por 427 euros.

Joyas así son las que los coleccionistas buscan en encuentros como el que se celebró el lunes en Vila-real, donde se dieron cita algunos buscadores de piezas difíciles de encontrar. El fútbol continúa siendo el tema al que se dedican más colecciones, aunque el pressing catch, las series de televisión, los juegos de rol y las mascotas también cuentan con un grupo de fieles seguidores.

Las piezas más difíciles de conseguir son de las que existen menos unidades, aunque algunos hechos pueden elevar su popularidad. Así, el cromo de Iniesta, que marcó el tanto que le dio a España el título en el Mundial de Sudáfrica, está entre los más codiciados. «No lo cambiaría ni por mil», dice un niño enfundado en una camiseta del FC Barcelona. También son muy buscados los cromos de futbolistas ya desaparecidos, como el de Antonio Puerta o el de Dani Jarque.

«Repe, repe, repe...», van cantando los jóvenes, que llevan un papel con los cromos que les faltan por conseguir. Cuando les restan pocos pueden pedirlos a la editorial, aunque son muchos quienes prefieren mantener la tradición y completar el álbum a la antigua usanza.

A escasos metros, los padres vigilan la escena, al tiempo que disimulan una pasión que ellos inculcaron años antes en sus hijos. Primero les dejaban pegar sus cromos y ahora son los más pequeños quienes incluso escogen el tema de la próxima colección, de acuerdo siempre con los compañeros de su clase.

Las cifras económicas que se mueven en España todavía están lejos de las de Estados Unidos, donde en julio del año 2000 se llegó a pagar más de un millón de dólares por una colección de 60 cromos de beisbol. Aseguran los especialistas que por la lámina de Mickey Mantle en su temporada rookie (1952) se llegaron a abonar 300.000 dólares.

Japón es otro de los países con mucha tradición en el coleccionismo. Allí los cromos que generan desembolsos más grandes de dinero son los relacionados con el manga y el sumo.