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El Ayuntamiento de Vistabella inició el pasado jueves una tala masiva con la que tiene previsto eliminar 700 pinos de más de 150 años de antigüedad ubicados en el monte del Bovalar –anexo al Parque Natural de Penyagolosa– para su posterior comercialización a un promedio de 25 euros por árbol, según confirmaron fuentes próximas a la Conselleria de Medio Ambiente.

El ayuntamiento ya ha cortado más de 30 pinos centenarios en sólo una semana con el beneplácito de la Conselleria de Medio Ambiente, que ayer mismo aseguró que la tala «es legal y está autorizada».

En esta ocasión no se trata de ningún proyecto de polémicos cortafuegos ni de eliminación de arbolado enfermo. El ayuntamiento alega la necesidad de sanear su tesorería y buscar recursos económicos, mientras que la conselleria apunta que es un supuesto «proyecto de ordenación del monte» que permitirá la venta de un bosque de pinos centenarios.

Los majestuosos ejemplares alcanzan los 15 metros de altura y un diámetro de tronco de hasta 60 centímetros. Habitan desde mediados del siglo XIX junto a Penyagolosa y se podría decir que son los ancianos del paraje, unos ancianos de buena salud que ahora serán vendidos por menos de 25 euros por pino.

Una vez se hayan derribado los 700 pinos que ya han sido marcados para su tala, el ayuntamiento habrá ingresado una cantidad de entre 14.000 y 18.000 euros a cambio entregar a la industria de la madera una parte de paraje natural que, en el más optimista de los casos, necesitará otros 150 años para recuperar la misma fisonomía.

La Conselleria de Medio Ambiente explicó ayer que fue el consistorio el que solicitó al Consell que marcara los árboles que podían ser cortados en el marco de «un proyecto de ordenación y gestión de monte avalado por la Ley Forestal, que permite que se corte y aproveche el arbolado cuando llega a una edad determinada».

Según la conselleria, los técnicos ambientales «han procedido primero a una técnica de selección de arbolado y marcado de los pinos para talar aquellos que se considera que ya han cumplido su función debido a su edad centenaria».

Medio Ambiente precisó que no se trata en ningún caso de una tala para erradicar una enfermedad o una excesiva expansión de una plaga como el muérdago. Sin embargo, el alcalde de Vistabella, Joaquín Gual, sí utilizó el argumento del muérdago no sin antes admitir que el principal motivo era el beneficio económico que podía suponer la venta de la madera.

Las explicaciones de la conselleria y del ayuntamiento no contentaron al Grupo para el Estudio y la Conservación de los Espacios Naturales (Gecen), que lamentó «una tala masiva inexplicable, una agresión, que prima un beneficio económico por encima de la conservación del ecosistema y de la función de monte público para disfrute de los ciudadanos».

Los ecologistas también alegan que la pérdida de este bosque tendrá una repercusión inmediata sobre las aves rapaces que anidan en las copas de los árboles centenarios. Además, advirtieron que estos bosques «son joyas que deben preservarse porque no hay muchos y no tiene sentido ni base científica decir que un árbol centenario ya ha cumplido su función. Precisamente los bosques maduros son los más valiosos, tanto si están sanos como éstos como si ya murieron, porque completan el ciclo del ecosistema».