Todavía no hemos comenzado con el duro invierno pero las primeras heladas, nevadas y lluvias ya se han comenzado a instalar en nuestro país. Unas condiciones atmosféricas que nos obligan a tomar precauciones al volante. Precauciones que comienzan por el montaje de unos buenos neumáticos de invierno, una tendencia que vez más extendida entre los conductores y que precisa de un correcto mantenimiento y cuidado para no sufrir ningún tipo de desliz al volante.

Desde muchoneumático han publicado una serie de consejos para mejorar el cuidado de tus neumáticos de invierno y que salgas a la carretera estos meses invernales en las mejores condiciones y preparado para enfrentarte a cualquier desafío que te plantee la carretera.

Montar los neumáticos ‘en dirección’

Después de un período de uso, los neumáticos de invierno sufren un tipo de desgaste que les hace ser más efectivos se al volver a montarlos lo hacemos la dirección en la que han rodado. Cuando quitemos los neumáticos al final del período invernal, hay que marcarlos para que cuando se monten nuevamente se coloquen en la dirección correcta.

Montar juegos completos

Cuando montamos unos neumáticos de invierno lo haremos conjuntamente en juegos de 4 neumáticos de invierno. No hay que combinar nunca con neumáticos normales de carretera. Los neumáticos de invierno con tacos también deben montarse en juegos completos. Mezclar este tipo de neumáticos con otros puede provocar frenado irregular y respuesta deficiente a la dirección.

Comprobar la presión

La presión se ha de comprobar con mayor frecuencia en el caso de unos neumáticos de invierno puesto que en invierno las temperaturas bajan y tienden a deshinchar las gomas con mayor facilidad. Es por ello que es recomendable hinchar los neumáticos con un punto de presión más elevado que el que recomienda el fabricante, pero sin pasarnos pues acortaríamos la vida útil del neumático.

Conducir con suavidad

Por todos es sabido que nunca conviene realizar aceleraciones repentinas, golpes de volante o frenazos, pero esto tiene más razón de ser en el caso de los neumáticos de invierno y cuando nos enfrentamos a un asfalto condicionado por el frío, la lluvia o la nieve. Evitar esto no sólo nos ayudará a conducir más seguros sino que también protegeremos la banda de rodadura, algo decisivo para minimizar la pérdida de tracción sobre agua, hielo o nieve.

Respetar la velocidad recomendada

No hace falta que sea invierno para seguir a pies juntillas la velocidad recomendada, sin embargo en el caso de neumáticos que incluyen compuestos de invierno es imprescindible no superar la velocidad indicada por el fabricante ya que podemos multiplicar los riesgos respecto a unos neumáticos convencionales.

Controlar la profundidad del dibujo

Otro de los aspectos que hay que comprobar siempre en unos neumáticos es el de su profundidad. En el caso de los neumáticos de invierno esto también viene con matices, ya que si lo habitual es que la profundidad del dibujo de la banda de los neumáticos sea superior a 1,6 milímetros para garantizar la adherencia, en invierno debe aumentarse a 3 milímetros para mejorar la adherencia y que la distancia de frenado no nos juegue una mala pasada.

Explotar su durabilidad

Más que un consejo se trata de una evidencia. Muchos conductores rehúsan el montaje de unos neumáticos de invierno porque presuponen un coste mayor. Nada más lejos de la realidad, pues los neumáticos de invierno tienen una mayor durabilidad que el neumático común. Asimismo el hecho de alternar neumáticos de invierno con unos de verano, provocará que la vida útil estos últimos se alarguen al doble.

Almacenarlos adecuadamente

Cuando los neumáticos de invierno no se usen, es preferible guardarlos montados en llantas e inflados, y comprobar mensualmente su presión aunque no los estemos utilizando. Si se almacenan sin llantas, deben amontonarse sobre sus flancos, en pilas de cuatro como máximo, de tal manera que el peso no los deforme.

Alejarlos del peligro

Es importante a la hora de almacenar unos neumáticos de invierno comprobar que se haga en las mejores condiciones y en entornos bien ventilados, secos y alejados de la luz solar directa y de la intemperie. También conviene alejarlos de posibles riesgos como sustancias químicas, disolventes, hidrocarburos, metales o maderas puntiagudas y fuentes de ozono como transformadores, motores eléctricos o equipos de soldadura.