Amparo Gil (Carpesa, 30 años) está que no para. Atiende la llamada de este periódico tras recibir la medalla de oro de Madrid con el Club de Campo, y en vísperas de viajar a Londres para jugar la Copa de Europa. Sin embargo, en lo que más piensa la jugadora de hockey sobre hierba, premiada por Levante-EMV, es en su proyecto de final de carrera de Arquitectura, que tiene que presentar el próximo mes de junio.

Premios y más premios, como el de este periódico. Títulos y más títulos... ¿A sus 30 años no se cansa de ganar?

Gracias, primero que nada, a Levante-EMV por el premio. Reconozco que soy muy muy competitiva y que me exijo mucho. Yo me exijo al máximo, y el máximo pasa por ganar. También nos exigimos todas las compañeras del equipo hasta el punto de que no hemos perdido un partido de Liga en toda sus fase regular. Si vieras cómo entrenamos... Ahora nos vamos a Londres a jugar la Copa de Europa y luego tenemos los cuartos de final en la lucha por el título de Liga. Y la intención es ganar.

¿Cuál es el secreto para estar tanto tiempo en la elite? Porque ya juega en el equipo con niñas a las que usted entrenaba...

No hay otro secreto que el trabajo. Hay días que cuesta más que otros y también es cierto que la edad pasa factura porque ya no recuperas como cuando eras más joven. Y también, como dices, suben chicas al primer equipo a las que he entrenado y que llegan con hambre de títulos y te obligan, tiran de ti... Yo creo que el secreto es que esto me gusta mucho. Cuando ya no me llene tanto, lo dejaré.

Está acabando Arquitectura, ¿ya piensa en que hay vida después del hockey?

Tengo 30 años y sé que fuera del deporte hay una vida diferente a la que yo he tenido. Yo todavía no he empezado a trabajary piensas que, cuando presentes el proyecto el próximo mes de junio, habrá que comenzar a pensar en trabajar y que el hockey puede ser secundario. Voy a tener que cambiar mi modelo de vida y buscaré trabajo donde y de lo que salga.

Del hockey no se puede vivir...

A ver. El Club de Campo me trata muy bien y me da para vivir ahora. Pero cuando deje, tendré que trabajar. Por eso será complicado que siga vinculada a este deporte porque no creo que ningún estudio de arquitectura me deje salir a las cinco y media de la tarde para ir a entrenar a las niñas como ahora.

¿Hay mucha diferencia todavía entre el deporte masculino y el femenino?

Sí, claro. Es cierto que ahora hay más visibilidad porque tenemos buenos patrocinadores, como Iberdrola por ejemplo, y que hay un brote verde de esperanza, pero todavía existe mucha desigualdad con los chicos. Cuando dices algo te comentan que el mercado es así, y que si se intenta igualar los salarios, por ejemplo, los chicos se quedarían muy por debajo de los suyos.

¿Tanto se nota la diferencia?¿No hemos avanzado nada?

Como te he dicho, algo hemos avanzado. Pero todavía es necesario un cambio en la sociedad. Todavía escucho que da mucha pereza ver deporte femenino. Dicen que se juega más lento, que no llenamos... Pero también creo que yo puedo hacer cosas que no hacen los chicos y que, cuando hay competencia de por medio, el deporte femenino interesa y hay gente a la que le puede gustar, puede llenar más que un partido de chicos y que incluso puede ser bonito de otra forma.

A diferencia del fútbol, da la sensación de que en el hockey, el rugby o el balonmano, se alterna su práctica deportiva con una formación universitaria...

Es que no hay otra. Es una cuestión de necesidad y también de cultura educativa. Tiene mucho que ver con los valores. Es algo que será difícil cambiar.