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La industrialización inacabada

La constitución de Agriconsa hace 25 años impulsó la creación de un gran polígono agroalimentario en Algemesí que sólo cuajó en parte - La empresa ha permitido a las cooperativas diversificar el sector con la transformación de fruta y zumos

La industrialización inacabada

­Si hay un hito en la apertura del campo ribereño y valenciano a la industrialización es, sin duda, la constitución de Agriconsa hace ahora 25 años. Un proyecto sustentado por las cooperativas, que tuvo en la Generalitat al aliado imprescindible, y que permitió abrir el campo de juego a todo el sector. A partir de la comercialización de fruta en fresco por parte de las cooperativas, Agriconsa impulsó la diversificación a través de las líneas de conserva y la elaboración de zumos.

Pero aquel proceso de industrialización quedó inacabado. En sus orígenes se planteó la creación en torno a su sede en Algemesí de un gran polo de atracción de empresas agroalimentarias, con el impulso del zumo congelado, la industria del envasado o el desarrollo de la cuarta y quinta gama del producto, una línea de troceado de verduras y hortalizas y su posterior envasado para vender en fresco. Esa parte no cuajó. Con todo, la labor realizada por Agriconsa en favor de la industrialización resulta indudable con la transformación de 140.000 toneladas de cítricos y otras frutas durante estos años, el envasado de tres millones de gajos por hora o el millar de empleos que genera en plena campaña.

La oportunidad y el reto eran compartidos de forma unánime por todo el sector a finales de los 80. Se buscaba la ampliación de la capacidad de las cooperativas a través de la industria de transformación y la creación de un nuevo pilar que solidificara los cimientos históricos del cooperativismo, que son su capacidad de producción, el suministro a cargo de Coarval y la financiación que ofrecen las secciones de crédito y las cajas rurales.

Cinco lustros después, Agriconsa es una de las veinte empresas más potentes de la Ribera, con una facturación de 48 millones, tres de beneficios antes de impuestos y un pasivo con el 80 % de recursos propios que garantiza plenamente su solvencia.

Pero los inicios no fueron fáciles. La cooperativa de segundo grado Anecoop fue el embrión del proyecto y núcleo de debate, con una generación de cooperativistas convencidos de su viabilidad. Pero necesitaban el impulso económico para echar a rodar. Implantar Agriconsa costaba 900 millones de pesetas de la época, 5,5 millones de euros. Las cooperativas de base y Anecoop, ésta de segundo grado, avalaron 500, pero faltaban otros 400 (unos 2,5 millones de euros actuales). «Encontramos el apoyo entusiasta de Lluís Font de Mora, entonces conseller del gobierno de Joan Lerma», recuerda el director general, José Juan Felici, que lo era también entonces.

La Universitat de València estudió la viabilidad y señaló que era posible. Se barajaron varias opciones, entre ellas Algemesí, donde la nueva sociedad adquirió finalmente los terrenos junto a los que ocupaba Anecoop.

El alcalde de Algemesí entre 1987 y 2007, Emili Gregori, recuerda aquellos momentos: «Nos implicamos al máximo porque teníamos vocación de convertir Cotes y el polígono Pepe Miquel en un gran centro de atracción de la industria agroalimentaria ya que allí estaba Sos y nosotros teníamos también empresas de aceites y de conservas», evoca. «Facilitamos que pudieran adquirir todos los terrenos para su expansión y la mejora de su planta depuradora», añade Gregori.

El consistorio firmó un convenio, dio todo tipo de facilidades y se aseguró que el 50 % de los trabajadores fueran vecinos de Algemesí. Con el estudio de viabilidad aprobado por el Consell, el 26 de julio de 1990 quedó constituida la empresa transformadora de frutas, que inició su actividad con la satsuma en conserva, de forma que la fábrica de zumos quedaba para una segunda etapa. «Se descartó el congelado porque requería un cultivo mecanizado que no encajaba en la estructura parcelaria de nuestros agricultores asociados», recuerda el director general, José Juan Felici. Hoy, el presidente, Juan Vicente Safont, habla abiertamente de «acierto» en la decisión y señala que tras 25 años, Agriconsa ha conseguido ofrecer «estabilidad y cohesión» a las 50 cooperativas accionistas, además de Anecoop, que la integran. «Agriconsa nunca ha perdido su sentido de pertenencia, ni sus raíces, ni la defensa de los intereses de las cooperativas», añade el dirigente.

Zumo para el mercado europeo

En 1997 el Consell plantea finalmente la conveniencia de abordar la segunda fase del proyecto, la fábrica de zumos a granel y envasado, que busca el mercado europeo. Ello obliga a sucesivas ampliaciones de las naves, las bodegas y la estación de aguas residuales, hoy una de las más grandes de la industria alimentaria europea con capacidad para una ciudad de 250.000 habitantes

Para la ampliación se constituye la UTE Anecoop-Agriconsa que urbaniza el polígono de Algemesí, el actual parque industrial Pepe Miquel, en reconocimiento a quien fue alma mater del proyecto, 13 años presidente de Agriconsa y fallecido en 2003.

El crecimiento resulta imparable. Llegan nuevas tecnologías y la consolidación financiera, pero sobre todo la apertura de un camino que aún tiene recorrido.

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