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La huella más profunda de la crisis

Guadassuar asume la imposibilidad de tapar los agujeros de una antigua gravera con dos decenas de metros excavados junto a frutales - Los boquetes se han convertido en vertederos incontrolados a los que se ha arrojan todo tipo de desechos

La huella más profunda de la crisis

La crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria ha dejado una parte del término municipal de Guadassuar convertida en un auténtico gruyère. El ayuntamiento de este municipio da prácticamente por perdida la posibilidad de tapar una serie de agujeros distribuidos por su superficie rural, alguno de dimensiones gigantescas, que la actividad de una antigua empresa gravera ubicada en el municipio y diferentes procesos de extracción de tierras generaron a lo largo de años de intensa explotación en el pasado.

El caso más paradigmático se encuentra en las inmediaciones de la conocida como finca de Paco Camino, donde actualmente hay proyectado un circuito de velocidad para «karts», no muy lejos del camino rural que conduce hasta el polígono industrial de Carlet y en un entorno de plantaciones frutales. Allí se abre un inmenso «cráter» que cuenta con decenas de metros de profundidad hasta llegar prácticamente a la capa freática. En la parte trasera de esta zona también pueden apreciarse otros boquetes de varios tamaños y en diferentes situaciones, todos ellos ya sin explotación aparente.

A lo largo de décadas, la firma extractora sacó la tierra de estas parcelas rurales hasta que finalmente abandonó la actividad y cerró puertas. De hecho, en estos momentos la empresa está liquidada, según el propio consistorio, que admite incluso desconocer a quién pertenecen los terrenos en cuestión.

La extracción dilatada a lo largo de los años no llevó aparejada una regeneración de la zona, lo que ha dejado un boquete considerable que preocupa a las autoridades locales, pese a que éstas se han topado una y otra vez con dificultades burocráticas para encontrarle una solución.

El alcalde, José Ribera (PP), señala que en un momento dado, algunas empresas del sector agroalimentario apostaron por usar el agujero como vertedero de naranja de «rebuig», pero el proceso de volcado de la fruta quedó paralizado ya que no se ajustaba a la normativa.

Posteriormente, han aparecido algunas las firmas interesadas en instalar un vertedero de residuos inertes de la construcción para rellenar el agujero, pero el primer edil apunta que, pese a haber realizado diversas gestiones ante las autoridades autonómicas, «todo han sido trabas».

Fuentes de la patronal valenciana de los áridos consultadas por este periódico apuntan a la presencia de muchos otros agujeros repartidos por los términos municipales de la Ribera, fruto de otros períodos en los que las explotaciones mineras estaban menos controladas y su regulación era distinta a la actual.

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