Parece un tema recurrente pero mientras siga existiendo un solo caso de violencia en el deporte, cualquier trabajo de concienciación social será necesario. De nuevo en el fútbol, ese deporte convertido (desde las élites) en rey y que concentra muchas de las pasiones que, quizá, deberían reorientarse para conseguir sociedades más justas e igualitarias, que priorizaran la educación y criminalizaran la violencia en todas sus formas.
Y es que el problema del fútbol no deja de ser su conversión en emblema de la contemporaneidad. Hoy los futbolistas son ídolos entre los y las jóvenes y cualquier opinión suya (de Messi o Cristiano) tiene veinte veces más impacto social que la expresada por un médico, una científica o una trabajadora social.
Decía Kilian Jornet (un catalán que lo ha ganado todo en la carrera de montaña) que no entendía como él era más admirado que su madre, que ejercía como maestra. Son ejemplos de deportistas (y deportes) más saludables para nuestras comunidades. La mitomanía no fue casi nunca buena práctica porque jerarquiza las sociedades pero es normal que existan referentes que sirvan de motivación. Sin embargo, poco se entiende que se encumbre a personas que, más allá de un don para darle al balón, no ayudan a crecer a los jóvenes, aunque simplemente sea explicándoles que su éxito está basado en la constancia, el trabajo y la colaboración con sus compañeros. Los medios de comunicación (en los que a menudo se ha sustituido a profesionales de la comunicación y el deporte por exfutbolistas que aportan más bien poco al entendimiento técnico o táctico) tienen su parte de culpa. El fútbol es mucho más de lo que se muestra, mediante la brocha gorda, en los deplorables programas televisivos o en los periódicos especializados.
Hay miles de ejemplos de un fútbol diferente, inteligente, comprometido. Ese que no provoca violencia porque huye de la pasión y apuesta por el entendimiento. Dice Ángel Cappa que el «futuro del fútbol está en el pasado». Entre los aficionados y aficionadas también se necesita perseverancia para buscar ese otro fútbol. «Tenemos la palabra para utilizarla. Es lo que nos diferencia de los animales», defiende el futbolista del Athletic Club de Bilbao, Óscar De Marcos.
