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de ayer a hoy

Las puertas del puente de la isla

La riada de San Carlos provocó la caída de la Porta Real, construida con piedras de una anterior

Las puertas del puente de la isla

El pasado 24 de abril, detallábamos aquí el cambio de nombre del desaparecido puente de San Gregorio, que se encontraba donde en la actualidad cruza el Xúquer el llamado puente de José Pellicer. Hoy les contaremos cómo era su estructura.

Considerando la estructura del puente que inicialmente era conocido como de Santa María y, más tarde, de San Gregorio, es conveniente explicar para los que no lo conocieron cómo era y qué es lo que contenía.

Era de una figura casi en línea recta, aunque formaba un ángulo abierto y contenía cuatro arcadas; la primera y la cuarta, pequeñas, y la segunda y tercera , o sea, las del centro, eran anchas para que las aguas del río circularan sin entorpecimiento. Entre la tercera y cuarta arcada, saliendo de la ciudad, hubo desde el tiempo del rey Carlos III la portalada denominada «Porta Real», y entre la segunda y tercera de las susodichas arcadas, a la derecha, hacia el Norte, apoyada sobre el pretil del puente, existía un pequeño ermitorio bajo la advocación de San Gregorio.

La Puerta Real era como el arranque de un puente volante que levantaba el punto de apoyo sobre el río de la tercera arcada principal, puente que mandó construir el rey Carlos III para sustituir el que había anteriormente, destruido por la furia de las aguas en una de las múltiples riadas de aquella época.

La Puerta Real estaba formada por dos pilastras de metro y medio de grosor cada una, apoyadas sobre barandas del puente y rematadas por un arco románico, cubierto por un tejado de piedra. La frontera de esta puerta estaba adornada, presentando en la parte alta, majestuosamente, el escudo heráldico de la ciudad, orlado configuras simbólicas, que en conjunto presentaba un cuadro muy vistoso.

Procedía toda la materia prima de la Puerta Real de la antigua «Porta Ferrissa» o de Valencia, que era como la puerta de salida de Alzira, orientada a Poniente, que fue trasladada al puente de Santa María por acuerdo de los Jurados de la Villa en 1779, después de unas riadas que arruinaron muy gravemente el puente volante.

Más adelante, pasado casi un siglo, en 1864, la conocida riada de San Carlos, por haber acontecido en esta festividad, el 4 de noviembre, hizo que se desmoronara la Puerta Real y al mismo tiempo el puente volante, y por ello, posteriormente, por disposición gubernamental, fue sustituido el puente volante por un nuevo arco de piedra, con barandas de hierro, como podemos ver en algunas fotografías que nos legaron nuestros antepasados.

Pese a las noticias que hacen referencia a la existencia de un gran puente romano, al Himyari apunta que «en invierno se accede a la Vila por medio de barcas y en verano por un vado». Desclot, cronista del siglo XIV, dice: «no pot hom entrar sino per el pont». Y la crónica de Jaime I: «in real alcol ante pontem lapideum». En el Alcázar Real, ante el puente de piedra, Pedro envía un despacho acerca de la cantidad que se había de percibir en el depósito de caballería de Alzira, con destino al puente sobre el Júcar, en abril de 1278. Posteriormente ordena a Guillermo de Barcelona que la construcción del puente de Alzira, que se hizo a base de piedra picada en 1284.

Los puentes de la Vila se edificaron con posterioridad a las crónicas musulmanas y con anterioridad a las crónicas cristianas. La continua disparidad de documentos se contradicen a la hora de asegurar la verdadera fecha del inicio de las obras. En 1921 era demolido el puente de San Gregorio, al entrar en servicio el nuevo puente de hierro, unos metros más abajo del curso del río, según noticias de la época «por las nuevas obras de infraestructura de la defensa de Alzira contra las avenidas de Júcar». Aunque también se comentaba por aquellos tiempos, que el alcalde, propietario de una serrería más abajo del cauce, frente a la barriada de Les Barraques, había propiciado la demolición porque los troncos de los pinos que viajaban por vía fluvial, conducidos por los «almerieros» -en Castilla se llaman «gancheros»- se estancaban al llegar el puente y no llegaban a la orilla de la serrería. Se decía que el «puente hacía de muralla y el agua entraba en Alzira cuando venía crecido». Así que «fora el pont».

El agua siempre busca el nivel? y sigue entrando en Alzira. Otra cosa son los intereses de las personas. En el grabado que ilustra la crónica de hoy aparece el puente de Sant Gregori en el año 1850; a la derecha, la «Porta Ferrissa», que daba entrada al puente.

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