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los efectos de la burbuja en el territorio

Desiertos de cemento

Miles de metros cuadrados quedaron atrapados por el estallido de la burbuja inmobiliaria en numerosos municipios de la Ribera Polígonos y zonas residenciales llevan ya casi una década convertidos en solares sin uso

Son actuaciones urbanísticas nacidas al calor de los años de bonanza que se levantaron sobre un frágil andamiaje que acabó por derrumbar un castillo de naipes difícilmente recuperable. Los hay por toda la comarca. Sería un retrato similar al que radiografía En la orilla, del premiado y recientemente fallecido Rafael Chirbes: «Hace cinco o seis años, todo el mundo trabajaba, parecía que en la comarca no iba a quedarse ni un centímetro por hormigonar; en la actualidad el paisaje tiene algo de campo de batalla abandonado, de territorio sujeto a un armisticio: tierras cubiertas de hierba, naranjales convertidos en solares, frutales descuidados, secos, tapias que encierran pedazos de nada?»

Visto con perspectiva, la burbuja inmobiliaria no fue solo de construcción de viviendas, también creó una enorme superficie de suelo industrial y residencial. Entre 1998 y 2006 muchos municipios se decidieron a reclasificar millones de metros cuadrados con el viento a favor de las normas del todo urbanizable y aprobaron planes muy expansivos o reclasificaciones puntuales de grandes dimensiones. En muchos casos fue la base sustancial de los grandes negocios especulativos de la burbuja inmobiliaria, según ha dejado escrito el catedrático de Geografía Humana, Eugenio Burriel, en su estudio el estallido de la burbuja inmobiliaria y sus efectos en el territorio.

Son espacios como el amplísimo desarrollo urbanístico de Tulell en Alzira o el polígono el Pla, con un millón de metros cuadrados de momento sin vida junto a la autovía de Guadassuar debido a su ínfima ocupación.

Pero hay muchos más, citan expertos como el profesor de Urbanismo en la Universitat de Valencia, Jorge Mas. El desarrollo sureste del término de Benifaió, en la zona de la cooperativa, donde se encuentra la SAU-4, suelo apto para urbanizar iniciado en 2006 y la SAU 2.1.1, de más baja densidad y con muchos solares vacíos aún. De las normas subsidiarias de 1991 en Benifaió aún queda por desarrollar, las SAU-1, 5 y 13, ésta destinada al Instituto Valenciano de la Vivienda, y la Sisena, junto al barranco del Tramusser. Además, Benifaió tiene en marcha la revisión del PGOU y pese a la actual situación del mercado inmobiliario plantea reclasificaciones excesivas e incluso una ampliación del Polígon Font de Mussa que, según los expertos, es desproporcionada.

Mención merecen también espacios como el Sector del Pla de Villanueva de Castellón gestionado por el Ministerio de Fomento a través del Sepes, el polígono gestionado por Vidal en Alberic o el polígono industrial levantado por Bertolin en Catadau o el polígono industrial de la Carrera de Carlet, todos ellos cementerios de farolas y cemento. También aparecen espacios pendientes de desarrollo en la zona norte de Carcaixent o en la Pobla Llarga, que han puesto al ayuntamiento al borde de la quiebra según el nuevo equipo de gobierno.

La imagen inferior, de Beneixida, impacta porque el desierto de cemento con el que cuenta supera al casco urbano. En una situación similar se encuentra Senyera. El municipio dispone de un sector industrial (Suhi-3) que duplica el casco urbano, totalmente urbanizado y con la resolución del programa al agente urbanizador. También dispone de suelo residencial aprobado pendiente de reparcelar.

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