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Las inundaciones y la mano del hombre

El casco urbano de Manuel ejemplifica cómo intereses particulares pasaron por encima del general al cegar las salidas naturales del agua

La alquería de Manuel estaba situada en el interior de una concavidad de unos veinte mil metros. En su origen tendría una mayor hondura, pues, a lo largo de los años se han realizado rellenos para reducir esa diferencia. No se conocen las razones concretas que llevaron a los musulmanes a crear un núcleo de población en una depresión propicia a inundaciones, como es el caso de la ubicación de la citada alquería.

Pero, en base al interés que tendrían en solucionar sus necesidades esenciales y a los conocimientos hidráulicos que habrían aprendido de los romanos y de las culturas orientales, la hipótesis más probable es que tomaran tal decisión porque poseían una buena cultura del agua y conocerían su dominio. Por este motivo, elegirían este lugar para aprovechar la orografía y así utilizarla en su beneficio. No se podría entender de otra forma.

La hondonada está situada de tal forma que recibía, de forma natural, el agua de la lluvia de gran parte de la ladera oeste del monte Valiente. Esta se deslizaba a través de una estrecha extensión llana que bordea la montaña con una pendiente y desemboca en la concavidad. En su parte noreste, la extensión de monte es de longitud menor, pero también representaría una aportación de agua importante. De esta forma, la suma de ambas garantizaba una enorme cantidad de agua que se dirigía hacia la foia.

El clima de nuestra zona en torno al siglo X sería muy similar al actual, templado con lluvias en otoño e invierno, primavera variable y veranos secos. Era muy común en la cultura musulmana aprovechar los recursos que proporcionaba la naturaleza para llenar los aljibes y las albercas para el riego. El relieve del terreno descrito aseguraba un abastecimiento que les evitaría el transporte de agua desde el río Albaida para uso doméstico y facilitaba una reserva para el riego de hortalizas y frutas. Sabrían evitar el riesgo de inundación para sus viviendas porque las primeras casas y la mezquita se construyeron en la parte alta del noroeste de la depresión y en la franja noreste, la zona de menor altura, habría unos desahogos para evacuación por lluvias intensas, como posteriormente se comprobó.

El agua que se pudiera acumular en la alberca se destinaría a crear una zona de riego. Se parcelaría la tierra de secano contigua a la alquería con bancales irregulares adaptándose a lo accidental del terreno para el riego a manta. Para ello, se aprovecharía la pendiente que existe en dirección hacia Sant Joanet, que tiene una inclinación media superior al 10%.

Campos desaparecidos por el Urbanismo

En el croquis del pueblo de Manuel y su término de la Diputación de Valencia de 1866, se pueden observar unos campos de tamaño pequeño y de trazado irregular, contiguos a la alquería y hoy desaparecidos por el urbanismo. Parte de ellos podrían haber constituido la primera zona de regadío de la alquería. Esta primera experiencia de agricultura de regadío, de los primeros pobladores de Manuel, podría haber sido el estímulo para construir posteriormente la acequia Comuna, por medio de un azud en el río Albaida como objetivo para ampliar el riego de tierras. La alquería fue creciendo en el interior de la hondonada, por medio de un diseño de la trama urbana que controlaba las avenidas. Pues, en el crecimiento del caserío se dejó un callejón en el lado menos profundo de la concavidad al que se accedía desde el carrer Nou y que sería la salida natural del agua para casos de emergencia. A finales del siglo XIX, aún existía la calleja como lo prueba el documento de la Diputación de Valencia. A principios del siglo XX, cuando se abrió el acceso a la calle Ángel se aprovecharía para hacer desaparecer el citado callejón, posiblemente por venta de este espacio público para incorporarlo a alguna casa vecina. De esta forma, se cerró la foia por su salida natural y la línea de casas del carrer Nou se constituyó en la barrera que creaba una depresión de casi dos metros de altura. Como solución se construyó un desagüe, que aún existe, por debajo de la calle Ángel, que desemboca en el canal que proporcionaba agua desde la acequia Comuna al molino que había en esta misma calle (la sequia del molí).

El agua recobra su espacio en «la Foia»

Solo pasaron poco más de veinte años para demostrar el error cometido. La intensa precipitación que se produjo el día 30 de octubre de 1923 provocó que al gran aluvión se sumara el desbordamiento de la acequia Comuna a su paso por la población, por estar descubierta.

Como consecuencia, la pendiente condujo las aguas al lugar donde habían ido durante siglos: la foia donde se ubicó la alquería de Manuel. El desagüe construido a través de la acequia del molí se demostró insuficiente y se produjo la inundación de la concavidad, que en su día se habría elegido como lugar para el aprovechamiento del agua.

Una vez más, determinados intereses habían estado por encima del interés general de la comunidad y estas fueron las repercusiones: la inundación de la iglesia y de todas las casas situadas en el casco antiguo de la población, con las consecuentes pérdidas materiales. Hace unos años, aún se conservaba un azulejo en el interior de la parroquia que marcaba el nivel que alcanzó la riada. Por la citada indicación, podemos saber que el agua alcanzó una altura superior a uno ochenta metros.

A pesar del tiempo transcurrido, a fecha de hoy, aún no se ha logrado una solución definitiva que evite las periódicas inundaciones que afectan a la zona más baja de Manuel, aunque de menor importancia que la referida. Sin embargo, con una tromba similar a la que se produjo en el año 1923 se mantiene la incertidumbre sobre la gravedad de la tragedia que podría ocurrir en el citado casco histórico.

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