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Alzira

Los repartidores se niegan a entrar en l'Alquerieta por la inseguridad del barrio

Una agencia de paquetería comunica a un residente que no realiza la entrega a domicilio que esperaba por tratarse de una «zona conflictiva»

Los repartidores se niegan a entrar en l'Alquerieta por la inseguridad del barrio

Muchos vecinos de l'Alquerieta ya sabían que los repartidores de comida a domicilio se resisten a entrar en el barrio y que tras, por ejemplo, encargar una pizza por teléfono tienen que bajar a la avenida Padre Pompilio a recogerla. Es la consecuencia de los atracos sufridos en algunas épocas por los repartidores a manos de delincuentes que pretendían apoderarse el importe del pedido que acababan de entregar. Vecinos de esta barriada alcireña aseguran que algunos establecimientos todavía mantienen ese veto -«sólo suben los restaurantes chinos y no todos», comentan- y que no sólo pasa con el reparto de comida a domicilio.

Empresas de paquetería también se niegan a realizar reparto en el barrio. Al menos, con esta respuesta se ha encontrado un dirigente de la asociación de vecinos que esperaba recibir en casa un bulto que difícilmente cabía en su coche, si bien la agencia de distribución le llamó por teléfono para comunicarle que el repartidor lo había dejado en la base ya que no subía al barrio de l'Alquerieta. El afectado se puso en contacto con la central de esta conocida empresa de paquetería donde, según su relato, le indicaron que esta negativa a entregar el paquete en el domicilio estaba justificada ya que el barrio estaba declarado como «zona conflictiva». «No hay derecho a que nos traten a todos igual», se lamentaba el afectado.

Fuentes de la asociación de vecinos señalaron que la situación en l'Alquerieta se ha deteriorado mucho en los últimos meses. Cabe recordar que, a finales de junio, los residentes ya promovieron una protesta simbólica consistente en poner carteles de «Se vende» en sus casas como una forma de llamar la atención sobre la inseguridad que se vive en el barrio.

En aquel momento ya alertaban de nuevas ocupaciones de viviendas que habían sido tapiadas y de un sospechoso paso de vehículos hacia determinadas calles en las que, supuestamente, se abastecían de droga. El nuevo gobierno mantuvo una reunión con los representantes vecinales a los que, tras escuchar sus quejas, emplazó a un nuevo encuentro tras el verano.

Avances perdidos

No obstante, estas fuentes inciden en que «todo lo que se había adelantado en los últimos cinco años se ha ido al garete de mayo hacia aquí» y, en concreto, señalan que si en mayo únicamente quedaban «tres o cuatro» cuadras en el barrio, ahora se han multiplicado y que, posiblemente, un 30 % de las casas que el ayuntamiento había tapiado tras desalojar a personas que se habían metido en ellas de forma irregular han vuelto a ser ocupadas. Por otra parte, señalan que se ha producido un desembarco de familias conflictivas y los problemas de inseguridad que siempre han denunciado los vecinos se han agravado.

«Hay gente que hace absolutamente lo que le da la gana, son los amos, y la gente normal tiene pocas opciones: callarse y aguantar; plantarles cara y buscarte problemas o irse del barrio, pero si pones en venta tu casa te dicen que es más fácil que te toque la Primitiva que venderla», señaló un residente mientras indicaba que estos inmuebles difícilmente se pueden hipotecar para comprar otra vivienda ya que para una entidad financiera la zona de l'Alquerieta también es «de alto riesgo y las casas no tienen valor».

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