El barrio de Les Barraques y parte del polígono contiguo al Mercado de Abastos de Alzira han sufrido desde el pasado fin de semana una auténtica invasión de moscas que ayer empezó a remitir. «Nunca en cincuenta años había visto algo igual», manifestaba con asombro Miguel Polo, mientras relataba que en su domicilio «entraban por todas partes» y que, para poder dormir por las noches, tenía que dejar encendido el ventilador para espantar a estos molestos insectos.

La proliferación de moscas empezó el sábado y obligó a los vecinos a cerrar puertas y ventanas y a recurrir a remedios antiguos para combatirlas ya que el insectida habitual resultaba totalmente insuficiente. «He gastado por lo menos ocho o nueve botes de flit (sic) y 16 o 17 tiras adhesivas», enumeraba ayer Manolo Soler con las últimas tiras, repletas de moscas, en la mano. En el bar contiguo a su casa, Susana Navalón también ha tenido que desplegar un auténtico arsenal para combatir la plaga que incluye desde una lámpara eléctrica antimoscas, bajo la que pronto se extendió una auténtica alfombra de cadávares, a tiras adhesivas, insecticida y otros venenos. «De normal siempre hay moscas, pero la puerta no se podía abrir porque estaban pegadas a la cristalera, las mesas se llenaban, pero no eran ni ocho ni diez, eran un aglomeración que te alarmaba», relató.

Las numerosas quejas que el ayuntamiento empezó a recibir el lunes provocó que los servicios técnicos iniciaran una ronda de inspecciones para tratar de localizar el foco de esta plaga que, finalmente, situaron en una partida de material que había recibido una empresa de gestión de residuos ubicada en las inmediaciones, según se desprende de la información facilitada por el consistorio.

El alcalde de Alzira, Diego Gómez, y la concejal de Seguridad Ciudadana, Sara Garés, visitaron el miércoles el barrio para explicar a los vecinos las medidas adoptadas tanto por parte de la empresa, a la que el consistorio ha requerido para que con urgencia traslade el material susceptible de ser el origen de la plaga para evitar estas molestias, como por el propio ayuntamiento, que ha encargado a una empresa de desinfección la fumigación del entorno, según señaló la edil de Salut, Aida Ginestar. El gobierno municipal informó ayer que el martes por la tarde la empresa inició los tratatamiento oportunos en el interior de sus instaladiones y el traslado del material que los técnicos señalan como posible origen de la plaga. «Las intervenciones realizadas hata el momento han conseguido eliminar cerca del 80 % de los insectos, según ha informado la empresa», detalló el tripartito en un comunicado difundido ayer.

Los vecinos del barrio de Les Barraques, situado al otro lado del Pont de Ferro, reconocían ayer que, aunque todavía quedaban moscas, la situación no era comparable a la vivida en los últimos días. «Toda la calle estaba llena y no había forma de acabar con ellas», relataba Ramón Casado, mientras apuntaba como ejemplo que su madre, que utiliza una silla de ruedas, intentó salir «y tuvo que entrar en casa enseguida».

«Eran 'nubolaes' y 'nubolaes' de moscas, miles y miles, el domingo no nos atrevimos a comernos la paella en el patio», incidía Manolo Soler, mientras su mujer, Rosa Badía, comentaba: «El año pasado eran los mosquitos y ahora las moscas». Susana Navalón mantenía ayer todo el dispositivo antimoscas en el bar. Tiras adhesivas llenas, la lámpara eléctrica e incluso algunos recipientes con veneno donde las moscas habían ido a morir. «Ha sido muy fuerte, hemos tenido que recurrir a remedios antiguos», comentaba, mientras señalaba que el insectida habitual no era suficiente. Los vecinos de Les Barraques señalaban que la plaga también afectó a empresas del polígono contiguo.