En ocasiones los reconocimientos hacen incluso más daño que el silencio. La anterior alcaldesa de Alzira, Elena Bastidas, prometió hace años que reconocería con una calle a los republicanos de Alzira que pasaron y murieron en los campos de exterminio nazis.
Tardó más de un lustro en convertir su promesa en realidad, que tomó forma «con una calle perdida que no tiene ni casas», protesta la hija de Agustín Flores, Trinidad, quien dice que no se ha podido pasar por la zona por la enorme tristeza que le embarga. «Algunos pueblos sí que han reconocido a los caídos por la democracia pero Alzira no. Dan calles a todo el mundo y a ellos —cuatro alcireños que sufrieron el terror nazi— les dedican una calle sin importancia y encima con un cartel en el que no constan ni sus nombres», alega.
La familia Flores realiza también un ejercicio de actualidad cuando compara la situación que ellos han vivido durante años y los padecimiento que, injustamente, están sufriendo los refugiados sirios, vilipendiados a lo largo de Europa y tratados sólo como cifras para un reparto indigno en el que el Viejo Continente está mostrando todas sus vergüenzas. «Nosotros los vemos en la televisión y pensamos que es lo mismo que padeció mi padre cuando tuvo que huir. Deberían mirar al pasado porque si no se aprende de él, acaba repitiéndose», considera.
