Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los antitaurinos abandonan la protesta tras la becerrada sin sangre

Los animalistas acceden al ayuntamiento, graban el festejo desde el balcón y vigilan la salida de los novillos Seis de las 28 peñas torean becerros sin banderillas ni espada y la paz regresa a la fiesta

Los antitaurinos abandonan la protesta tras la becerrada sin sangre

El cese de hostilidades se ha instalado definitivamente en las becerradas cadafaleras de Algemesí tras años de altísima tensión. Los altercados han desaparecido de golpe. Los colectivos antitaurinos renunciaron el lunes a manifestarse ante la plaza y la comisión taurina cumplió su acuerdo del pasado mes de marzo de no permitir banderillas, espadas o estoques contra los jóvenes becerros.

Es la medianoche del lunes en Algemesí y en la plaza de toros comienza la primera y última becerrada cadafalera de la semana taurina de 2015. No habrá más. Tampoco las peñas las demandan. Sólo seis de 28 saltan a la arena. El festejo pasará a la historia como el primero en el que todos los becerros fueron devueltos a los corrales. Sin un solo rasguño.

Es también la primera becerrada en la que los antitaurinos evitan la manifestación ante la plaza tras comprobar sobre el terreno que la comisión taurina cumple su acuerdo. Ya no hay manifestantes, ni detenidos, ni cargas policiales. Ni una gota de sagre, ni animales muertos. Es la paz en Algemesí.

Con todo, el dispositivo policial es imponente, desde la estación a la calle Montaña y el entorno de la plaza. Hay que estar prevenidos, señalan, por si se produce la llegada en autobuses o en tren de manifestantes antitaurinos como en años anteriores. Ya hay un grupo apostado junto a la plaza, mientras los cadafaleros bajan a cientos desde el parque Salvador Castell, donde cenan estos días.

A esa hora los antitaurinos, no más de una decena, ya han descartado la protesta. Uno de ellos ha estado recientemente en el toro de la Vega de Tordesillas, donde se encadenó, según cuenta. Pero en Algemesí sólo aspira a grabar la becerrada, quiere constancia de que nadie va a saltarse el acuerdo de la comisión taurina. Lo recibe incluso la alcaldesa, la socialista Marta Trenzano, que hace unos días se ha declarado abiertamente taurina. Todo son facilidades. Los antitaurinos graban la becerrada desde un lateral del ayuntamiento. Sin embargo, Jesús Frare, el portavoz de los animalistas, asegura a Levante-EMV que desconfía de la comisión taurina y teme que se dé muerte al animal después de la becerrada, como una forma de proseguir el rito ancestral. Pide presenciar junto con dos acompañantes la subida de los seis becerros al camión. La comisión acepta. La policía informa a la alcaldesa. No hay problema. Las puertas del ayuntamiento, cuyos balcones dan directamente a la plaza, están abiertas. «No hay nada que ocultar», repiten los concejales del nuevo gobierno, del PSPV y Esquerra Unida, tras los años de veto a los medios de comunicación por parte de los gobiernos del PP. Y, efectivamente, no parece que haya nada que ocultar.

Aficionados al toreo y disfraces

Unos cuantos cadafales se encuentran vacíos, pero más de tres cuartas partes de la plaza está llena. En la arena aparecen jóvenes peñistas disfrazados con ropa interior femenina, frenéticamente aplaudidos y vitoreados desde los tendidos. Se alternan con aficionados al toreo que buscan el aplauso de la grada, algunos con más entusiasmo que destreza. Pero al tendido poco parece importarle la impericia. Es parte de la fiesta y se aplaude cualquier cosa. Hasta hace un año incluso la muerte de los animales.

Ya nadie increpa a los periodistas que se acercan a la plaza de Algemesí. Sólo un individuo suelta un manotazo y trata de desenchufar una cámara. Es testimonial.

Dentro sólo hay diversión. Es el primer lunes de la semana taurina y quedan muchos días por delante, pero sólo la fiesta se abre paso. Ni un atisbo de polémica. La música de charanga y los cánticos festivos se adueñan de la plaza.

Compartir el artículo

stats