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40 años de inserción social

Más de 150 usuarios han pasado por los talleres de Adispac desde su nacimiento en 1975 en el colegio de Educación Especial

40 años de inserción social

Toni, Mª Carmen, Josela, Bernardo o Pedro no entenderían su vida sin Adispac. Han estado la mayor parte de ella vinculados a esta asociación que trabaja por la inserción y el bienestar de los discapacitados intelectuales de Alzira y la Ribera, que este año conmemora su cuarenta aniversario. Nació como una asociación de padres del colegio público de Educación Especial de Alzira para atender a los alumnos que terminaban su etapa escolar y, a la vuelta de unos años, recibía la acreditación de la Conselleria de Bienestar Social como centro ocupacional en el que los usuarios realizan trabajos subcontratados por empresas como parte de su terapia.

Más de 150 jóvenes con discapacidad intelectual de alrededor de veinte municipios de la Ribera han pasado por las instalaciones de Adispac en estos cuarenta años. Actualmente atiende a sesenta usuarios. Algunos de los siete «fundadores» que bajo la supervisión de un monitor participaron en el primer taller que se montó en un aula de 40 metros cuadrados habilitada en el mismo del colegio de Educación Especial siguen vinculados a Adispac, hoy en unas instalaciones mucho más amplias que también precisan ya de una renovación. El tiempo no pasa en balde.

La historia de Adispac es lo más parecido a una carrera de obstáculo. La escasez de recursos para ofrecer este servicio especializado al colectivo de discapacitados marcó sus inicios y le ha acompañado casi de la mano. Sin ir más lejos, los recortes de la Administración en los años de la crisis han obligado a Adispac a organizar actos benéficos que en los últimos siete años han ayudado a cubrir los déficits. A la solidaridad de vecinos de Alzira y la Ribera ha ayudado en esta última etapa «la única donación importante» que ha recibido la asociación, una herencia de un particular que residía «en la última calle del barrio más pobre de Alzira», relata Xavier Cantera, director del centro hasta su jubilación que sigue colaborando como voluntario.

La escasez de recursos no ha impedido que la asociación se planteara grandes retos, desde la compra de una nave industrial en la carretera de Albalat en la década de los ochenta, la sede actual del centro, a la construcción de una residencia en el barrio de Sant Judes pensando en los discapacitados que puedan quedar huérfanos dada la avanzada edad de muchos padres. El ayuntamiento cedió un solar para su construcción y se llegó a poner una primera piedra pero, con los proyectos redactados y pagados, tuvo que suspender las obras de construcción de la residencia y la vivienda tutelada por falta de ayudas. Tampoco ha podido acometer el proyecto de ampliación y modernización del centro ocupacional, una necesidad más acuciante dada la falta de espacio para las nuevas necesidades con usuarios de mucha mayor edad, en el que los árboles que se plantaron como símbolo del compromiso de la Administración, que animó a Adispac a embarcarse en este proyecto, «han crecido y dan sombra», recuerdan desde la asociación.

Se trata de la nave adquirida gracias a una subvención de 13 millones de pesetas concedida por el Fondo de Asistencia Social -más otros seis para equiparla- y con la ayuda de Prosub. Eran los años ochenta. Mª Teresa Martínez Motilla y Pedro González Pérez habían cogido el relevo en la presidencia del primer titular, el maestro José Hernández, que tras los dos primeros años de sacar adelante la asociación sólo con donativos y aportaciones familiares, consiguió una primera subvención de 150.000 pesetas del Servicio de Rehabilitación de Minusválidos.

La etapa que se abrió en la década de los ochenta fue la de las ayudas del Ministerio de Asuntos Sociales, que permitió abandonar el colegio, la de entablar relaciones con empresas de Alzira para conseguir que encargaran al centro trabajos sencillos y muy manuales y la época que, con el respaldo de los ayuntamientos democráticos, el sector se une en organizaciones autonómicas. El centro se convierte en una referencia para el sector en la comarca, y no sólo por la buena mano de la cocinera, Rosario Sánchez, que hacía que los inspectores aprovecharon los viernes que había paella para visitar el centro y quedarse a comer. Pero también es la época de la pantanada, que cogió la furgoneta que se utilizaba para el transporte de los operarios, aunque la firma Pegaso, con la ayuda del ayuntamiento, repuso una nueva. Las fuertes lluvias de 1987 derribaron un muro lateral de la parcela contigua. Adispac conseguía en el año 1988 la acreditación como centro ocupacional a media pensión.

Empresas colaboradoras

La década siguiente fue la de la profesionalización del sector -y Adispac fue pionera al ser uno de los primeros centros en realizar elecciones sindicales- y del reforzamiento de la entidad como asociación independiente del AMPA del colegio. En esta etapa ocupan la presidencia Bernardo Gregori y Ernesto Sarrión. También es la etapa en la que el centro sufre vandalismo, robos y desperfectos en sus instalaciones.

La asociación participa en trabajos de investigación sobre las funciones y objetivos de los centros ocupacionales en la C. Valenciana y participa en la Feria Internacional de Zaragoza sobre trabajos subcontratados, presentando sus experiencias y productos. Mucho se había adelantado desde que una empresa de Albalat ofreciera los primeros encargos con perchas forradas de plástico y cestas de huevos. Importantes empresas de Alzira como Hilaturas Presencia, Cartonajes, Grefusa, Grafiquatre, Roda Ibérica, Maxfrut, Plasal o Espejos Sanchis -algunas aún continúan- también confiaron encargos a la asociación, que se traducen en incentivos para los operarios.

El cambio de siglo supone la etapa del protagonismo de las familias, de la modernización del movimiento asociativo sobre la discapacidad y de la ampliación de servicios en el centro con tratamientos como la fisioterapia, el deporte, los programas de respiro para las familias o los programas de vacaciones. El centro participa en competiciones deportivas y renueva la actividad ocupacional con trabajos artesanales de producción propia y la recuperación de muebles antiguos que se exponen en y presentan en ferias y encuentros sociales.

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