Las políticas de los nuevos gobiernos municipales llegados tras las elecciones del 24M se han caracterizado por diferentes ejes muy definidos. Uno de ellos ha sido la defensa de los animales y la anulación de fiestas en las que se producían agresiones públicas, caso de las corridas de toros o los bous al carrer. El último municipio en sumarse a la ola animalista ha sido Carcaixent.

El ayuntamiento que dirige Paco Salom aprobó en la última sesión plenaria con los votos favorables de Reiniciem, Compromís, PSPV-PSOE, Units per València y Gent declarar al municipio ribereño «localidad libre de espectáculos y festejos que utilicen animales».

También se acordó en el pleno que para que esta propuesta no quedara en una mera declaración de intenciones, se abriría un procedimiento para que los acuerdos adoptados y los aspectos particulares se recojan en los reglamentos y/o ordenanzas municipales.

La propuesta partió del grupo Reiniciem, cuyo portavoz, Carles Albert, afirmó que la Declaración Universal de los Derechos de los Animales recoge que ningún animal «será sometido a malos tratos ni a actos crueles pero desgraciadamente este precepto se incumple, utilizando justificaciones basadas en el mantenimiento de tradiciones de razones identitarias o supuestamente culturales».

Albert argumentó que pretender que espectáculos o festejos de «esta naturaleza puedan considerarse como arte o entretenimiento no deja de ser un insulto al sentido común». Así, la moción indica que todos los animales, sean de la especie que sean, son seres dotados de sensibilidad, no sólo física sino también psíquica y que por lo tanto tienen derecho a ser respetados, a no ser víctimas de maltrato, esfuerzos desmesurados o espectáculos violentos que les causan estados de ansiedad o miedo.

Público infantil

«Entendiendo que todo tipo de manifestación artística o de entretenimiento contribuye a enriquecer al ser humano, no se puede catalogar cómo espectáculos de esta naturaleza los que están basados en el maltrato de animales», explicó Albert, quien añadió que el público de muchos de estos espectáculos «son en su gran mayoría niños y niñas que desconocen los maltratos».