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La literatura evoca la matanza de Rafelguaraf

Una venganza por haber supuestamente delatado a un bandolero acabó con la muerte de un tabernero, sus suegros y una niña en octubre de 1873

La literatura evoca la matanza de Rafelguaraf

Rafelguaraf vivió hace exactamente 142 años una espiral de violencia sin precedentes que acabó cobrándose las vidas de un tabernero, de sus suegros -naturales de Rótova y Carcaixent- y de una niña de Barxeta que estaba en el lugar equivocado en el momento preciso.

El periodista y escritor Manuel Arcos recupera este fragmento de la historia de Rafelguaraf en su nuevo trabajo de investigación «Gaianes-Xàtiva, un viatge sense tornada» que presenta hoy, 11 de octubre, a las 12 horas en el Hogar del Jubilado del municipio. Se trata del tercer volumen de una trilogía sobre bandolerismo que contextualiza los hechos ocurridos en una etapa política convulsa, a la par que conflictiva, acaecida durante el Sexenio Democráticos del siglo XIX.

En el número 17 de la calle del Nou Raval -que actualmente responde al nombre de Jaume I- se situaba la taberna en la que acontecieron los asesinatos de octubre de 1873. Ésta era una época difícil, relata Arcos, «de bandoleros ladrones que se convierten en pistoleros a sueldo». Pero también una etapa de movimientos políticos y escasos escrúpulos.

Los hermanos Seguí de Gaianes

El investigador cuenta con todo lujo de detalles quiénes eran los hermanos Seguí de Gaianes, tres de los bandoleros más importantes de la época y protagonistas también de este episodio, pues atracaron la sede del Banco de España en Valencia. Camil Seguí, el líder de la banda, escapó de la cárcel de Cartagena tras ser detenido y huyó a las montañas de Rafelguaraf.

Pocos días después un diario achacaba «sin contrastar la información», apunta Manuel Arcos, el asesinato de un juez setabense al bandolero. «Nunca se había asesinado a sangre fría a un juez en la zona hasta el momento», explica el autor de esta obra. «Le pegaron tres tiros en la cabeza en la calle Moncada de Xàtiva mientras tomaba el fresco», relata, antes de señalar que este hecho desencadenó el fatídico final en Rafelguaraf.

Camil Seguí acabó siendo acusado del asesinato y apareció muerto en Rafelguaraf. La misma suerte corrió el tabernero, acusado en su caso de delatar al bandolero infomando sobre el punto en el que encontraba oculto. Josep Andreu Faus, así se llamaba el dueño del establecimiento, recibió un tiro en la cabeza y fue abandonado en el camino de la estación de ferrocarril el 10 de octubre de 1873.

Dos días después, el 12 de octubre, tres desconocidos mataban sin ningún miramiento a sus suegros y a la niña de Barxeta que se encontraba, para desgracia suya, comprando en el establecimiento en el momento en el que los asesinos apretaron el gatillo.

«Fue una vendeta en toda regla, un acto de venganza que la gente del pueblo todavía hoy recuerda como un hecho aislado pero que fue el resultado de movimientos políticos y hechos históricos que deben ser puestos en orden y contados», sentencia el autor del trabajo.

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