La despedida otorgada ayer a Enrique Alborch Baldelló demuestra que su paso por la política le reportó un generoso puñado de amigos. Su carácter conciliador y bondadoso ensanchó su círculo de afectos. De hecho, representantes de todo el arco ideológico se concentraron a mediodía de ayer ante la iglesia de Santa Catalina para rendirle el último homenaje. Los alcaldes de Alzira, l'Alcúdia o Benimuslem encabezaron una extensa presencia institucional que también incluía a representantes de diferentes esferas sociales.

Alborch falleció el martes a los 64 de un paro cardíaco. Era un hombre tan de corazón que no podía resultar extraño que la dolencia coronaria que le obligó a apartarse de la vida pública tras ostentar siete años la secretaría general del PSOE alcireño y ocupar seis años un escañode concejal se lo llevara finalmente por delante. La Comisión Ejecutiva del PSPV-PSOE de la provincia de Valencia destacó ayer su honradez y su «compromiso incansable» con Alzira. Ayer se fue mientras su familia y amigos entonaban el Imagine, de Lennon.