Los perros están demostrándose parte importante de la sociedad. La Residencia Carmen Picó de Alzira sigue con el desarrollo de un proyecto de terapia canina cuyo objetivo es mejorar el bienestar y la calidad de vida de los pacientes con diversidad funcional intelectual. En esta iniciativa, que cuenta con la colaboración de la ONG de Algemesí Intervención Ayuda y Emergenciasy la Fundación La Caixa, participan los 40 usuarios del centro residencial, que mediante juegos y actividades interactúan con los canes adiestrados, trabajando los sentidos y su capacidad de comunicarse e interrelacionarse.
Con la puesta en marcha de la terapia canina, la residencia alcireña busca ofrecer a sus usuarios, en especial a aquellos que presentan problemas de comunicación, sesiones terapéuticas donde se estimulan las relaciones afectivas y de sensibilidad, y desde la dirección del centro apuntaron ayer que experiencias anteriores demuestran su efectividad en los participantes, algunos de los cuales presentan notable mejoría en casos de fobia, miedo o evitación. La terapia consiste en una sesión semanal, de una hora de duración, en la que las personas con diversidad funcional y los perros se relacionan a través de diferentes ejercicios, tanto físicos como mentales, paseos, cálculos matemáticos, puzzles, escritura, habilidades manuales, canciones y juegos.
Coterapeutas por naturaleza
En cada sesión, que es supervisada por los terapeutas y el psicólogo del centro para establecer las actividades más idóneas de acuerdo al perfil de cada usuario, participan tres monitores y tres perros adiestrados. El director general de Diversidad Funcional, Antonio Raya, explicó ayer que este tipo de programas proporciona a las personas con diversidad funcional «beneficios a nivel emocional, físico y psicológico, ayudándoles a potenciar su autoestima y a desarrollar habilidades sociales y de aprendizaje». Apuntó además que los perros pueden llegar a ser considerados coterapueutas «por naturaleza».
