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Ellas también mandan en el campo

Algunas mujeres ya se han convertido en veteranas encargadas de cuadrilla y expertas «collidores» de la cooperativa de l'Alcúdia Reciben idéntico sueldo que los varones Las féminas dominan en los almacenes el procesado de la fruta

Ellas también mandan en el campo

Cada día muchas mujeres salen de sus casas para trabajar en el campo. No obstante, la imagen que prevalece en el imaginario colectivo cuando se trata de empleo agrícola sigue siendo la de un hombre. Para romper con los estereotipos están ellas: las «collidores» y las encargadas de cuadrilla que trabajan, codo con codo, y en las mismas condiciones económicas que sus compañeros del sexo opuesto en la comarca de la Ribera.

Son las 12:30 horas, la cuadrilla de Julia Arocas recoge a buen ritmo los caquis que irán directamente a parar a los almacenes de la Cooperativa Agrícola Nuestra Señora de l'Oreto (CANSO) de l'Alcúdia. En esta área dedicada al procesado de la fruta es habitual encontrar a más mujeres, aunque también esa costumbre está cambiando con los años.

Julia es la responsable de una cuadrilla de 12 personas, cuatro de ellas son mujeres y ocho son hombres. La paridad no se ha asentado todavía en este ámbito aunque se puede decir que las féminas comienzan a ocupar puestos que tradicionalmente han sido exclusivamente asignados al género masculino.

12 años al frente

Ella es «cabo» (así es como se denomina popularmente al encargado de la cuadrilla) desde hace 12 años. Su trabajo es básicamente el mismo que el de un peón agrícola aunque con una carga mayor de responsabilidad pues controla que se vacíen los árboles convenientemente, que los caquis no sufran golpes ni magulladuras y que sus trabajadores cumplan con sus cometidos.

Julia ha dedicado toda su vida a trabajar en el campo, primero en la temporada de la naranja y después en el caqui. Cuando falleció su antecesor desde la propia cooperativa le propusieron sucederle en el puesto, a lo que ella accedió. Para ser jefe de cuadrilla «básicamente se debe saber recolectar correctamente la fruta y llevar bien a los compañeros», explica.

Sus madres, abuelas y bisabuelas ya ejercieron como trabajadoras agrícolas. En la Ribera la mujer siempre ha tenido presencia en la tierra en mayor o menor medida según las circunstancias económicas e históricas, pero siempre ha estado ahí.

Esta vecina de Massalavés no concibe otra forma de vida, admite que le gusta mucho estar al aire libre. En su caso sólo trabaja durante los tres meses que dura la recolección del caqui y el resto del año se encarga de la familia y de las tareas domésticas.

Una carga de la que, en estos momentos, se ocupa su marido, «si no fuera así yo hoy no podría estar aquí», asegura la encargada de cuadrilla de la cooperativa agrícola de l'Alcúdia.

Dice Julia que seguirá al pie del cañón «o del árbol» mientras buenamente pueda, «para mí trabajar en el campo supone un cambio de aires, prefiero estar aquí a trabajar en el interior de los almacenes», asevera.

Pepe López, director de la Canso, cuenta que desde hace algunos años viene siendo habitual que las mujeres ocupen el cargo de responsable de cuadrilla en la cooperativa agrícola de l'Alcúdia.

80 «collidores»

En estos momentos son cinco las «cabo» de cuadrilla y unas 80 las «collidores» de las 800 personas que salen al campo a trabajar. «Lo importante no es el género sino que la persona cumpla con el perfil del puesto que desempeña», insiste Pepe López.

Muriel Nourigat se afana en recolectar las frutas coloradas de los árboles, la cosecha de caqui no es excesivamente larga, apenas dura tres meses. Ella repite desde hace una década como peón agrícola. También es de Massalavés, como el resto de sus compañeras, aunque en estos momentos todas ellas se encuentran trabajando en un campo situado en el término municipal de l'Alcúdia.

A Muriel la agricultura también le corre por las venas, cuenta que podría haberse dedicado a otro oficio pues domina otras lenguas y cuenta con la titulación de administrativo pero «es lo que me gusta y además los horarios me vienen muy bien para poder compatibilizar el trabajo con la familia». Josefa Navarro también viene de una larga tradición de féminas que viven de la agricultura. Ella misma dio sus primeros pasos en el mercado laboral cuando tan sólo era una niña de 12 años, desde entonces siempre se ha dedicado a hacer las temporadas.

Muriel admite que a veces los compañeros deben ayudarlas a cargar los cajones más pesados, aunque esa sería la única diferencia, insiste. Respecto al resto de tareas da exactamente igual que sea un hombre o una mujer quien esté debajo del árbol, asegura. «Ahí todos somos iguales».

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