«La mezquita de Alzira existe desde 2007, si no ha habido ningún problema y no han molestado a nadie, no tiene por qué haberlo ahora aunque se construya un edificio nuevo». Esta reflexión la realiza el presidente de la Comunidad Islámica la Paz de l'Alcúdia, Mohammed Alga, que a principios de año inauguró la mezquita más grande de la Ribera, que representa todo un ejemplo de integración. Alga aboga por practicar un Islam «modernizado y adaptado a la cultura española», una posición moderada que siempre ha defendido el Centro Cultural Islámico de Alzira, la asociación que promueve la nueva mezquita en un sector ya urbanizado, donde esta semana han aparecido cabezas de cerdo en lo que se presume una ofensa o provocación al colectivo musulmán.
Alga, de origen marroquí, lleva más años en l'Alcúdia de los que vivió en su país y asegura que desde que ha abierto la mezquita no ha tenido ningún problema. El alcalde de l'Alcúdia, Andreu Salom, también valora que es bueno que este colectivo tenga una mezquita en condiciones. «Es una señal de normalidad, mejor así que que estén escondidos o en almacenes», comenta.
El exterior de la mezquita ubicada junto a la antigua N-340 permanece casi desierto a media tarde del jueves. Dos niñas con indumentaria árabe se saludan en la calle en valenciano. La mezquita abre sus puertas y se produce un fluir progresivo y silencioso de personas que se acercan. Ninguna gran concentración, ningún alboroto. La mezquita, además de un lugar de rezo, es un centro cultural.
«La mezquita está abierta casi todo el día y casi todos los días», explica el presidente de esta comunidad islámica, mientras detalla que en ella se pueden realizar los cinco rezos que marca la religión al día, pero también se trata de un centro cultural en el que cuatro días a la semana se imparten clases de árabe a los hijos de los musulmanes, aunque la puerta está abierta a cualquier persona que quiera aprender el idioma.
Cursos para formar imanes
«El objetivo es mantener la tradición y la lengua árabe», comenta Alga, mientras recuerda que el centro también ha acogido este año cursos de formación de imanes organizados por la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas y la Universidad Islámica de Rotterdam con el objetivo de formar líderes religiosos para que transmitan un mensaje moderado con el que frenar la yihad. «El que venga a rezar en esta mezquita tiene que tener la idea de que estamos en España y tiene que ser con la mentalidad de la cultura española», subraya Alga. Cabe señalar que en esta mezquita no hay separación entre hombres y mujeres.
El centro cultural de l'Alcúdia cuenta con cerca de 50 asociados aunque, según su presidente, «una cosa es la asociación y otra la mezquita, porque no puedes decirle a nadie que no entre a rezar, pero el que viene a rezar reza, se va y nada más», comenta. Según detalla, entre 40 y 50 personas pasan cada día por la mezquita en diferentes franjas horarias, si bien los viernes esta cifra se puede elevar hasta un centenar. Por otra parte, 70 niños asisten a la escuela de árabe. Alga, no obstante, no duda en señalar que la gente tiene que tener claro que esos niños «ya no son marroquís, son españoles».
Mohammed Alga considera que la construcción de la nueva mezquita de Alzira «es una ventaja para el pueblo». «Eso lo tiene que saber la gente de Alzira, es una ventaja tener un edificio bien construido al que la gente pueda ir que tenerla en un garaje. En l'Alcúdia hay gente que viene por curiosidad, hace fotos, viene a hablar porque quiere saber cosas y no creo que si en Alzira se construye un nuevo edificio cambie algo», comenta.
«Cambiaría de mal a mejor, de tener un garaje a un edificio que ofrece una buena imagen. Es una comunidad, una asociación que es de Alzira, se llama la Comunicación de Alzira, y es mejor eso que mantener la actividad en un garaje, que no es lo más adecuado», agregó.
La mezquita de l'Alcúdia cuenta con una superficie de unos 600 m2, si bien el mayor espacio corresponde a la sala de rezo que tiene capacidad para unas 250 personas.
