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La inundación que cruzó la presa

El 4 de noviembre de 1987, cinco años después de la pantanada, el río anegó otra vez la comarca

Estado en que quedó una calle.

«Un río es un camino que anda», decía Joaquín Araujo. Hace dos días se cumplieron 28 años, de que las aguas de nuestro río, el Xúquer, se volvieron a enseñorear por toda la Ribera. Fue el 4 de noviembre de 1987. El paisaje de agua y barro como había pasado cinco años antes, el miércoles 20 de octubre de 1982.

El 4 de noviembre de 1987 era miércoles, día de mercado en Alzira. Las previsiones esa vez se cumplieron: el Xúquer abandonó su lecho natural en algunos tramos de su cauce en la Ribera. Beneixida fue evacuada y Gavarda se preparaba para emular a sus vecinos. Carcaixent ve entrar muy pronto agua en su casco urbano. La lluvia no cesaba. Ni el tren, ni las comunicaciones por carretera, al igual que el teléfono, pueden utilizarse para evaluar la magnitud de lo que estaba ocurriendo. Solo las ondas de la radio acertaban a llevar a los receptores lo que estaba ocurriendo.

El personal de Radio Alzira, decidido a cumplir su sacrosanto deber de informar, se quedó aislado en los estudios de la Plaza del Reino. Bernat Clari y Paco Grau, redactores de los servicios informativos; los técnicos Vicente Lloret y Macari Riera, junto que con el que suscribe, entonces director de la emisora, atendieron al alcalde Francisco Blasco, quien a las doce del mediodía del 4 de noviembre, dirigía un mensaje a los alcireños y a los habitantes de la Ribera, aconsejando que estuvieran preparados para trasladarse a lugares altos de sus viviendas y dejar sus vehículos en zonas elevadas de la población o fuera de ella. A la una y media de la tarde, en el informativo «Terra Nostra» se dio a conocer que la situación era preocupante; lejos de mejorar, empeoraba por momentos.

A las cuatro y treinta un minutos de la tarde, Bernat Clari, Vicente Lloret y el que traza estas líneas, se hallaban con la unidad móvil de la emisora, ofreciendo las últimas noticias desde el Ayuntamiento de Alzira, en una entrevista de emergencia con el alcalde de la ciudad. Un minuto después de concluir la información, a las cinco en punto, se producía el corte de fluido eléctrico, quedando en servicio el transmisor instalado en l'Alquerieta, que estaba alimentado con un grupo electrógeno. Pero para mantener el relato de noticias tan extraordinarias como lasa que difundieron ese día era menester disponer de un mecanismo en los estudios. La suerte nos acompañó minutos después; el electricista alcireño Ballester, Tomaca, nos cedió un pequeño grupo electrógeno que marchaba con gasolina, con el que se pudo continuar la emisión, muy valiosa para los habitantes de la comarca, El técnico Vicente Lloret, con su maestría profesional,preparó la instalación pertinente para mantenerse en antena, aunque de manera precaria, puesto que contábamos con escaso carburante para alimentar el pequeño depósito del generador; aprovisionamiento del que se ocupó en posteriores días la concejala María Cruz Carrió, que nos lo acercaba a los estudios con una barca.

A las siete y media de la tarde del 4 de noviembre, el agua lentamente fue subiendo hasta media noche más de dos metros, aunque en otros lugares de la población alcanzó cotas más altas. Comenzaba así una de las noches más largas para los habitantes de la Ribera, a quienes acompañaron desde la radio cinco profesionales que permanecieron en su puesto de trabajo durante días informando de los acontecimientos mientras funcionaba el generador.

El sábado siguiente, 7 de noviembre, Radio Alzira, que había estado sirviendo a sus oyentes en esta tierra nuestra, fue noticia en el programa «Informe semanal» que todavía hoy emite la Primera de TVE, por lo que, Eugenio Galdón, director general de la Cadena SER, no se hizo esperar y telefónicamente transmitió su felicitación al personal de la misma a través de su director, Alfonso Rovira, por el servicio que habían prestado a la comunidad.

Las siempre benefactoras aguas que riegan los huertos de estas ubérrimas tierras en aquel momento invadían las calles de la Ribera. Un río, el Xúquer que ha acumulado suficiente historia para ser glosado con finísimos matices. Es dual: por una parte bien merece todos los honores por la bondad de su agua; posee un potente acento de callada laboriosidad. Sus aguas truecan en oro las tierras que fecundan. Es el Xúquer un río hermoso, de coloración cambiante y, a veces, tan díscolo como un niño mimado, capaz de pagar con sobresaltos y amagos de tragedia la devolución que le tributan los agricultores de esta tierra nuestra que nos ha tocado en suerte vivir.

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