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Prostíbulos

El negocio inacabable

La comarca cuenta con un buen número de locales de alterne pese al cierre de los macrocomplejos - Algunos conviven desde hace décadas y son un paisaje integrado en la sociedad - Alzira acogió el viernes una cena solidaria contra la trata sexual

El negocio inacabable vicent m. pastor

El tema sigue siendo, en muchas esferas de la sociedad actual, un tabú. Que no se hable, sin embargo, no quiere decir que no exista. La comarca ribereña continúa contando en la actualidad con un buen número de prostíbulos, repartidos por localidades como Sueca, Algemesí, Alginet, Gavarda o Villanueva de Castellón, mientras no hace tanto se cerraron complejos como los de Favara o El Romaní.

A pesar de la omnipresencia, ¿existe debate en dichas localidades o en el resto de la comarca? Parece que no. El viernes por la noche se celebró en Alzira una cena solidaria organizada por la asociación El Norte Perdido con el designio de ayudar a las víctimas de trata de seres humanos con fines sexuales. La concentración, a la que acudió la Fundación de Solidaridad Amaranta, se celebró en la Sala Rex con la presencia de decenas de personas que consideran (y luchan para que acabe) que la prostitución es la esclavitud del siglo XXI.

A lo largo de la historia han aparecido un sinfín de posicionamientos diferentes, en favor o en contra de la prostitución. Uno de los últimos debates se ha producido por la declaración de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, quien afirmó que su partido trabajará para que se legalice la prostitución, subrayando la vertiente económica, convencido de que el sector puede convertirse en la tercera actividad (en cuanto a volumen de dinero) del país. Desde 2014, el PP facilitó que la prostitución contabilizara en el PIB, eso sí sin evaluar las personas que trabajan en dicha actividad.

Más allá de los datos económicos, Sonia Sánchez, una mujer explotada hasta hace poco en Buenos Aires (Argentina), reflexionaba al respecto recientemente. Decía que en innumerables ocasiones se sitúa a las afectadas en la disyuntiva de elegir entre pobreza o prostitución pero, la realidad es que cuando deciden entrar en el mundo de la explotación sexual siguen siendo pobres. «La prostitución es un problema económico. Ningún cuerpo debe ser objeto de negocio y lo adecuado es un modelo en el que se castigue al cliente y no a las prostitutas», defiende un político de la comarca consultado que prefiere mantener su anonimato.

La presidenta de El Norte Perdido, Marisa Escribá, critica el hecho de que la prostitución no esté regulada por la legislación y que los prostíbulos actúen como hostales a los que, supuestamente, los clientes acuden para alquilar una habitación. La sociedad puede autoengañarse pero los prostíbulos seguirán abiertos. Cierto es que la prostitución no está regulada (es alegal) pero sí lo está la violencia machista que se practica en relaciones sin verdadero consentimiento, según alertan las asociaciones contrarias a dichas prácticas como El Norte Perdido.

«Mueve millones cada año y a nadie le interesa abordar el debate. Hemos observado en los últimos años que muchas prostitutas han salido de los arcenes de las carreteras y ahora están en casas. Muchos vecinos saben qué pasa en dichas casas y todos tenemos la obligación moral de denunciarlo. Hay teléfonos de la Policía Nacional que no dejan rastro en la factura», argumenta Escribá.

El caso del Summum

La Ribera llegó a contar con el que fue considerado el local de alterne más grande de Europa. El Summum de Favara (clausurado recientemente) contaba con sesenta y cinco habitaciones al haber ocupado un antiguo hotel. Había tres salas, dos terrazas y cerca de medio centenar de mujeres.

El alcalde entonces del municipio, Pedro Juan Victoria (del PP) llegó a declarar: «Hoy por hoy para nosotros es un hotel, nada más». Después, una vez cerró, expresó que no era un negocio «agradable para el pueblo y si hubiéramos podido evitar su apertura, lo habríamos hecho». El local inició su actividad de forma discreta el 8 de junio de 2012 pero en poco tiempo supuso toda una revolución en el panorama publicitario de la Ribera y las comarcas vecinas.

Sus propietarios efectuaron una potente campaña promocional mediante vallas, folletos o caravanas móviles que anunciaban sus servicios y espectáculos. Su presencia en el lugar no estuvo exenta de polémica. De hecho, la oposición socialista de entonces solicitó al gobierno local la elaboración de una ordenanza contra la prostitución y la eliminación de la publicidad sexista en el término municipal.

Otros emplazamientos como los de Gavarda, Alginet o Villanueva de Castellón sobreviven décadas. «Hay que actuar contra los clientes. Si no hay demanda, no hay oferta. Las prostitutas son víctimas de un sistema organizado para explotarlas y los clientes unos maltratadores que deben ser perseguidos», reclama la presidenta de El Norte Perdido.

Acciones en Alzira

La cena de Alzira pretendía concienciar en dicha dirección y recaudar fondos para dar cobertura social a las mujeres que la policía es capaz de sacar de los casos de explotación sexual. «Muchas mujeres llegan engañadas a locales como los de la Ribera desde otros países de Europa. A partir de ahí tienen que trabajar para devolver una supuesta deuda que han contraído con los que las explotan. Incluso trabajan drogadas y atadas. A las mujeres africanas se las asusta con el budú. Están anuladas. Es una figura psicológica que se conoce como la indefensión aprendida.

Dejan de ser personas, son cuerpos a los que han robado la dignidad», argumenta Escribá, quien añade: «Cuando las liberan la mayoría están trastornadas y les cuesta mucho hacer su vida. Además, se sienten culpables».

Sin embargo, los posicionamientos no son siempre tan tajantes y algunos defienden que el mundo de la prostitución es más complejo. No todas las mujeres que trabajan en el sector lo hacen obligadas, según los estudios realizados. Quizá lo hacen, eso sí, por las circunstancias económicas más que por redes de trata. «Muchas mujeres terminan en redes de tratas o tráfico de personas como una estrategia para poder emigrar a una Europa construida como una fortaleza.

Las mujeres que vienen a España por otras vías ejercen la prostitución porque esta Ley de Extranjería limita sus posibilidades laborales. Una mujer inmigrante sin papeles básicamente a lo que se puede dedicar es a limpiar casas, a cuidar ancianos o niños o a la prostitución», critica la periodista June Fernández, de Pikara Magazine.

El nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Alzira cuenta con una implicación absoluta en el asunto. No es tan asiduo. Algunos trabajadores sociales de la comarca eluden responden sobre el asunto y la mayoría de los consultado escenifican sus cautelas «porque es un tema muy complicado de abordar». En la actualidad, presentarse como un periodista interesado en relatar la realidad de la prostitución y los locales de alterne en la comarca aún es contestado con silencios, distancia y evasivas. El concejal del Ayuntamiento de Alzira Ivan Martínez cuenta con una opinión enormemente formada.

«Consideramos que es necesaria una intervención desde los servicios sociales para que se aborde la situación personal de las mujeres que en el caso de Alzira trabajan en los arcenes de la carretera de Benimuslem y tenemos constancia que desde algunas casas particulares, aunque no sabemos cuales.

Es importantísima la educación de la sociedad para que se deje de ver a la mujer como un cuerpo que puede ser un elemento de uso y consumo. Hay que atacar las raíces de la problemática», explica el edil alcireño, miembro de Esquerra Unida, una formación que ha asumido internamente la lucha contra la prostitución tras un complejo debate que duró años.

Su máximo representante a nivel estatal, Alberto Garzón, manifestó recientemente que igual que no se puede comercializar una parte del cuerpo como un riñón o una pierna, no se puede entender el cuerpo de la mujer como un producto en venta.

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